jueves, 18 de diciembre de 2014

Tal para cual

Hoy estuvimos juntas; nos peleamos, nos reímos, dijimos pavadas, incluso miramos mujeres bellas juntas... volvimos a reírnos, bebimos, cantamos y nos hicimos mimos, lloré y me consoló, me hizo mimos, me cuidó de mi, nos besamos, volvimos a reír, nos revolcamos comos dos criaturas por el piso de la sala y bailamos.
Hoy le dije que fue lo primero que me gustó de ella, y no fue nada físico ya que nos conocimos por internet. Lo que más me gustó de ella es que ella era tan Carolina conmigo y yo era tan Sofía con ella, me gustó que se encantara por pavadas, que se riera de mis chistes, me gustó que me dejara malcriarla a mimos, diciéndole que era linda.
De ella me gustó que no se esforzara por caerme bien y mucho menos por gustarme. Me gustó la energía que había entre las dos y cuando la vi terminé de enamorarme y supe que nada en el mundo iba a volver a ser lo mismo cuando la vi por la ventana del colectivo y le saqué la lengua y sonrió.
Cuando la abracé, toda pequeña y chiquita como es me hizo temblar el alma, y supe que jamás iba a sentir un abrazo tan perfecto.
¿Cómo no amarla? si es todo lo bueno que tengo. Si estamos hechas para estar juntas; si mis labios coinciden con cada una de sus costillas y su cabeza con el hueco de mi hombro, donde se refugia tras mis rulos cuando el mundo parece no estar de su lado.
¿Cómo no estar con ella? Así lo prefiero, porque su dedo indice tiene el tamaño del pocito que se me hace en la nariz cuando me río. Así lo prefiero porque mi vientre y su espaldas fueron hechos para dormir juntos. Así lo prefiero porque sabe hacerme dormir con caricias en la frente y mimos en la espalda y sabe despertarme con el desayuno en invierno mientras me abriga la cama y se queja de lo mucho que me muevo al dormir.
Estamos hechas para ser juntas, por eso ella sufre frío al dormir, y yo sufro calor, por eso ella escucha rock internacional y yo amo Pescado Rabioso.
Estamos hechas para ser porque sus manos encajan perfecto en mi cintura, en mi nuca, en mis caderas, en mis mejillas...
Estamos hechas para estar juntas porque sí, porque así lo queremos y nos parece bien, porque nos gusta mostrarnos que podemos, porque nos encanta desafiar al mundo cuando nos dice que no, siempre juntas, siempre sosteniéndonos, sin soltarnos. Como al principio, sin esfuerzos por caernos bien, escogiéndonos otra vez al despertarnos, con idas y vueltas, errores, aciertos, con pasado y futuro, yo con ella, y ella conmigo.




Besarla y contemplar su sombra,
     oirla, sentirla, recorrerla, saborear su presencia,
saberla cerca, extrañarla.
                     Ser con ella
           y que sea conmigo.

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viernes, 31 de octubre de 2014

SOY

Cero.
Mamá se acaricia la panza. Sueña, sonríe. Besa a mi papá. Piensa que tal vez ambos tengan una vida feliz. Piensan que tal vez jamás tengan que separarse. Me desean una buena vida, desean que crezca fuerte. Me haré fuerte si. Pero de otros modos.
Uno.
Mamá me canta pero está débil. Hoy tampoco comió. Papá no está con nosotras.Nos echaron de casa. Deambulamos.
Dos.
Sol. Campo. Hace frío de noche. No hay luz, sólo velas. 
Tres. 
Llora mucho. Papá se pone nervioso con el bebé. Hoy le pegó a mamá. Quiso pegarme. Mi prima nos llevo lejos. Jugamos afuera hasta tarde. Papá se fue unos días.
Cuatro.
Casas nuevas. Dos. No me gustan. La primera no tenía baño, me da miedo ir afuera. Para buscar agua hay una bomba. Me gusta jugar ahí. La segunda casa es más linda aunque no tiene ventanas. Hay mucho pasto y escuché a la policía discutir con mamá. Empecé un colegio nuevo. Hay una nena que quiero como mejor amiga. 
Cinco.
La amiga de papá volvió a venir cuando mamá trabajaba. Papá nos llevó a la cama. Los vi hacer cosas malas. Ella tiene la edad de mi hermana. Le dije a mamá pero ya no lo haré mas. Papá dice que puede pegarme si eso pasa. No quiero.
Seis.
Inocencia. Creo que tengo poderes especiales. En verdad lo creo y me encanta, papá dice que soy la mejor bailando. Mamá sonríe. No me aceptaron en la clase de dibujo, oí algo sobre mi apellido. Guardo los colores. Papá  otra vez está encerrado en casa. Grita mucho. Hoy rompió un plato de un golpe. Había mucha sangre-
Siete.
Siete años. Siete meses sin papá. Siete meses sin cable. Siete meses sin ropa nueva. Siete meses mirando desde casa los colectivos en la ruta ¿Es mi papá? No, Brasil se lo quedó otro rato. Le pedí por favor. No me acuerdo de su voz. Escuché a mamá decir que podía haber muerto. Nadie lo encuentra. ¿Interpol? Nadie me dice nada.
Siete.
Lo veo volver delgado, con el pelo largo y hablando un mal español. Escucho hablar sobre drogas a la noche, escucho como pelea con mamá. Por alguna razón vuelve a irse. Vive en casa de mis tíos. Es raro pero ya no lo extraño. Ya no me duele.
Ocho.
Primer año solos. Papá me cuida los sábados, mamá trabaja. Miramos películas. Es lindo dormir en la cama grande. A veces mamá llora pero dice que sólo ronca. Sé que no. Me gusta su nuevo novio pero hace ruidos raros a la mañana. Me pone nerviosa. No me animo a ver qué es.
Nueve.
Me gusta que me de la mano. Tiene el pelo largo y rubio. Toca la batería, tiene una actitud mala y se ve bien. Es un chico inteligente. Me dio un beso en la mejilla. Me gusta su perfume. Tengo sus cartas guardadas. 
En casa hace frío por las noches.
Diez.
Silencio y una sola amiga. Dejó de hablarme cuando hablé de sexo. ¿Por qué? Creo que es algo normal.
Once.
Hoy escribí un poema, es para una mujer. No sé bien por qué lo hice, pero me gusta como suena. Podría seguir por horas. Ya vieron que soy diferente, yo también lo sé. No me hablan. No me escuchan. Hoy otra vez no me invitaron a sentarme con ellas. Comí sola en el recreo. Lloré. Una de las chicas me dijo gorda. Primera dieta. Cuatro kilos menos. Presión baja. 
Doce.
Quiero aquello que está lejos. Quiero una vida con horarios normales, quiero dejar de escuchar esos ruidos callados a la fuerza. Sé qué significan. No me gustan. Despertares de todo tipo, curiosidad ante el sexo. ¿O viene de antes? Nadie responde. ¿Puedo...? Nadie responde, estoy sola en casa otra vez. ¿Eso es marihuana? No es mía pero no hay nadie en casa. No vi nada otra vez. 
Trece.
Volver al día en que por primera vez un par de caderas femeninas me hicieron volver a mirar. Tan obvio todo. No volver a escuchar cosas que no debía. A llorar. No volver a dormir sola en una casa vacía. No volver a cuidar a alguien que sabe que apenas si puedo conmigo. No volver a una madre anoréxica y un padre ausente. Volver a huir lejos, a desaparecer por horas. Trece.
Catorce.
"Te recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma..." Primeras veces de muchas cosas. Humo de cigarros escondidos y licores de colores. Insano todo. Tanta inocencia interrumpida...
Catorce.
"Él pasó junto a mi con un ramo de rosas rosas y una palabra: MAÑANA" Déjenme ser. Me despido de danza, nace Ufi. Ufi? Si, soy Ufi.
Quince.
Sólo quince. Felicidad. Sólo quince. No saber y querer probar. Sólo... quince.
Dieciséis.
Llanto y frío. Soledad. Ebriedad. Alcohol cada noche y vómitos por la madrugada. Despertares de resacas. Sobrevivir.
Diecisiete.
Nada es seguro, nada me parece bueno, nada correcto. Lloro, sufro y me revuelco entre mentiras. La veo por primera vez. Una luz entre tanto humo negro. Me lleva, me aclara.
Diecisiete.
Mujeres. Eso era. Tan sólo era decirlo en voz alta para sentir que era cierto. Homosexual. ¿A quién puedo decírselo? ¿Cuánto va a doler el rechazo? Besos a escondidas y perfumes de mujer en la piel. ¿Es esto amor? Lo es.
Dieciocho.
Amo. Sólo amo. Disfruto y soy una nena pequeña en un mundo muy grande. DESCUBRO. Época de pecados y perdones. ¿Perdones? Algunos. ¿Errores? Si. ¿Aciertos? Tal vez. De todo me llevo un poco, me nutro. Crezco.
Diecinueve. 
Un dolor en el pecho seguido de una carcajada. Mi vida es una montaña rusa. No hay suelo, no hay cielo. Todo puede pasar. Amo, río, lloro, odio, sufro, resisto, crezco, pruebo y me equivoco, vuelvo a empezar, beso, degusto, me detesto, grito, oigo, duermo, me desvelo, gimo, disfruto, siento que muero, bebo, renazco, juro, miento, me rindo, traiciono, hago, veo, escribo, SOY.

viernes, 29 de agosto de 2014

Vergüenza.

La lastimé. La lastimé mucho. No hay vuelta atrás, en cuanto lo dije -porque ante todo tiene derecho a saber- supe que no podría volver a verla como antes.
Tengo vergüenza, me da vergüenza saber que fui yo, yo que había prometido protegerla, yo que intentaba cuidarla del mundo porque podía ser muy cruel.
Yo rompí una promesa y aunque ella haya dicho que todos tenemos errores y todos podemos intentarlo otra vez no voy a perdonarme. Porque sé que no lo merezco. Porque sé que ante todo tuve opciones, y no pensé en nadie. Y elegí equivocarme.
Elegí equivocarme y elegí aceptar mi culpa con toda la indignidad que me causaba. Con toda la que tengo. Acepté verla llorando por mi culpa y acepté su perdón aún cuando no crea merecerlo.
Acepto mi error y pienso llevar mi carga siempre conmigo, en silencio mientras intentamos rearmar entre las dos lo que terminé de romper yo sola.
Me siento egoísta y mala persona, me siento horrible, me siento pesada, sucia, me doy asco, me doy lástima. No me entiendo.
Necesito abrazarla y cuando la abrazo siento que no tengo derecho de estar así con ella. Que ya no tengo el derecho de hacerla sentir segura. ¿Segura de qué? Si ya rompí la promesa más grande que le hice.
No sé si puedo pedirle que me crea, que confíe de nuevo, no sé cómo hacer para intentar que su confianza hacia mi vuelva a armarse de a poquito.
Me doy vergüenza. Es todo lo que puedo sentir ahora mismo. Es todo lo que sentí. Vergüenza. ¿De qué? De mí.
Ni siquiera sé cómo hablarle, ni siquiera sé cómo mirarla directamente a lo ojos sin pedirle perdón otra vez, sin verla otra vez llorando sentada en mi cama, sin sentir como tiembla cuando llora.
La veo pidiéndome perdón por descuidarme y me siento repugnante. Me siento chiquita y estúpida, me siento terrible y quiero correr y desaparecer de todo esto. quiero dejar de sentir, y a la vez sé que no puedo mantenerme lejos suyo aunque me lo pida.
La veo pidiéndome perdón y la decencia que pensé que podía llegar a quedarme se me cae a pedazos. Y simplemente no sé como seguir de pie frente a ella diciéndole que la amo. Y es mi culpa. Y me da vergüenza.


                                                         
     No lo merezco, nada se arregla,
                                                      aún así
                                                                 PERDÓN.

martes, 3 de junio de 2014

Último Jam

Respira por la boca con sus ojos fijos en su objetivo mientras se coloca en posición de ataque; el sudor le empapa la frente y el hambre de victoria le hace brillar los ojos. Siente a su lado la amenazadora presencia de alguien que busca el mismo tesoro que ella, la pone algo nerviosa pero no se deja intimidar.
Respira hondo, siente en el aire y en la piel la tensión que recorre el sucio galpón. Sus compañeras de juego la observan unos metros más adelante, sonríe; sabe que nada la hará daño si confía en ellas.
Se tensan los músculos uno a uno, listos para correr. El golpeteo de los frenos ene la piso la emociona, traga saliva. Un silbatazo y a volar.
A toda velocidad golpea contra aquella pared humana que la separa de la meta. Cuatro mujeres que no la dejarán pasar con tranquilidad. Hace fuerza, todo su peso en su hombro derecho, las pantorrillas tiemblan, los frenos apenas si resisten la fricción contra el suelo mientras ella intenta encontrar una falla en aquel muro, un ladrillo flojo.
Está agitada y molesta. Quiere pasar. Por detrás suyo sus compañeras de juego gritan y se acomodas para evitar que su rival la alcance, la alientan.
Recuerda por qué lo hace, más allá del enamoramiento con esas ocho ruedas que carga hace tan solo unos meses. Imagina ese pack como todos aquellos que intentaron e intentan alejarla de su meta. El sudor propio y el ajeno le recorre el cuerpo mientras logra arrastrar a cuatro personas unos centímetros más adelante. No va a detenerse. Ese juego y su vida se asemejan tanto, que ahora el partido es contra sus propios demonios y quienes intentan frenar su paso son ni  más ni menos que todos sus miedos.
Logra pasar una rodilla y siente la adrenalina recorrerla entera. Sólo un poco más de fuerza, es sólo cuestión de insistir un poco más.
La fricción de sus ruedas la impulsa hacia adelante y sus ganas de seguir son más fuertes que la voluntad de sus contrincantes.
Sale patinando y se llena los pulmones de aire, es libre pero no puede relajarse... alguien le pisa los talones y eso nunca es nada bueno.
La curva le da la posibilidad de acelerar el paso y seguir siendo líder en aquella carrera. Se agacha, se hace diminuta y sus rodillas rozan su pecho... y hay un metro de ventaja, y hay dos, y tres y de nuevo la pared frente a ella y a toda velocidad debe tomar una decisión.
En un segundo un hueco que se forma le da la oportunidad de seguir sin contacto, fue sólo buena suerte. Se quita el sudor de los ojos y continúa. La otra corredora se acerca y patinan hombro a hombro unos metros, puede saborear el peligro y saliendo de la curva más cerrada de la historia utiliza su propio cuerpo como cañón y su cadera izquierda como proyectil, y su rival cae.
Se siente segura y vuela contenta, no tiene miedo. EN la pared que la espera más adelante los ánimos no son los mejores y ella cae en aquella trampa. LA encierran, la frenan. Hace fuerza con toda su alma pero ellas vuelven a unirse. Un codazo entre sus costillas la deja sin aire - sabe que eso no está permitido y también sabe que nadie lo ha visto.
Todo el aire es expulsado de sus pulmones con algo de saliva e insultos casi guturales. NO tiene fuerzas, sus piernas no la sostienen y un grito desesperado le hace saber que su equipo ya no puede contener a su contraria por mucho más. Alguien entre aquellas que la inmovilizan se ríe y el enojo y la ira vuelven, y las ganas de ganar también y ahí va, despacio vuelve a hacer fuerza, todas se concentran en el punto aquel en donde se apoya su cadera intentando cruzar. Un giro completo y dos al suelo. Salta los cuerpos y sigue pero es tarde y su corredora contraria vuelve a alcanzarla.
No quiere patinar lento pero aquel golpe furtivo la dejó maltrecha y en un pestañeo otro golpe la desestabiliza y cae.
De rodillas mira el suelo un segundo y vuelve al juego dispuesta a todo pero nuevamente su rival la golpea y vuelve a caer con fuerza.
Intenta pararse pero sus músculos arden. Duda. Piensa en un milisegundo en todos aquellos que no creyeron en ella, en los que le dijeron que no podía, piensa cuántas veces les creyó. Su mirada se inyecta en sangre, se acomoda el casco y acaricia las estrellas que le dan alas para correr.
Hay pocas posibilidades de alcanzarla y como si fuera poco aún le queda un muro por traspasar.
Corre con todas sus fuerzas y como si fuera viento esquiva triunfante los golpes y trabas de un pack que ahora ya no existe. Dos metros más adelante la otra corredora intenta pasar. No la alcanza, no tiene tiempo.
Por delante suyo aparece una mano y un rostro empapado en sudor le sonríe.
Su compañera es entonces quien le da las fuerzas que le faltan y la impulsa hacia adelante con un látigo perfecto que le da el tiempo y la confianza para tomar distancia y terminar el juego con un solo golpe.
Otro silbatazo y no hay más nada. Un grito de alegría y de victoria y cada golpe ardiendo y quemando la piel. Nada duele aún.
Siente el abrazo eterno de aquellas que la defendieron sin capa ni espada, solas, sin armas y a fuerza de sangre. Les confiaría la vida.
Terminó el último jam. Pack y Jammer se deslizan tranquilas sobre la pista que ahora es suya; aunque siendo sinceras... siempre lo ha sido.

lunes, 26 de mayo de 2014

Siesta para no dormir

Una pareja. Ambas recostadas en una cama con una manta de color naranja. Las últimas luces de la tarde acarician la piel de sus torsos desnudos, entrelazados los brazos en una comunión íntima. No hay ni un solo ruido, los sonidos de la calle los amortiguan sus respiraciones pesadas, las dos muchachas dormitan.
Ambas llevan puestos pantalones de jean y las mismas zapatillas gastadas. Se mimetizan desde hace un tiempo, son una.
Dos pares de anteojos descansan en el piso corriendo riesgo de muerte en un paso mal calculado, pero ninguna quiere levantarse. Hace varias semanas esperan tenerse una a la otra en esa paz que el silencio del departamento les brinda. Se respiran mutuamente llenándose del perfume de la otra, guardándose esos momentos, absorbiendo el tiempo que gotea del reloj para esos días en que el mundo es demasiado duro, y las distancias demasiado grandes.
Se cuentan los lunares a caricias, a besos, se sacan con cuidado la escarcha del alma, intentando no romper ese pedacito que aún les queda sano, han ido por la vida cayendo demasiadas veces a la realidad. Se sostienen una a la otra, se acurrucan y suspiran, se besan y vuelven a suspirar.
Hechas un solo ovillo en esa cama de una sola plaza que las vio nacer y morir mil veces en una noche admiran todo lo que tienen cuando sólo se tienen una a la otra y sonríen sabiéndose eternas cada vez que sus vientres se rozan para crear otra galaxia.
El aire frío que entra por una hendija de la ventana no las toca, saben que el invierno se acerca porque lo sienten en los huesos como quien siente la presencia cercana de un buen amigo, y descansan envueltas en el calor de sus propias almas mientras la ciudad se oscurece para cobijarlas con su manto eterno.
Ambas deciden vestirse entre risas y tomar un té, una ancestral medicina que desde hace once meses y tres días obtuvo para ambas otro significado. Y entre el vapor y palabras susurradas el tiempo pasa sin que ninguna lo note, sin que ninguna lo desee.
Suena un celular y ambas saben lo que eso significa, el hechizo se termina en poco tiempo. A la tercer llamada se apaga y ellas se besan por vez número mil en el día. Ninguna es Cenicienta, ninguna oyó el reloj ni son las doce de la noche, pero el mundo real las espera al bajar las escaleras, y el frío por fin se siente, y se despiden prometiéndose el mundo y lo que hay más allá también; se prometen otra vez todo aquello, se prometen volver a casa, a esa casa que hay cuando la cabeza de una descansa tranquila en el pecho de la otra y nada malo las toca y nada triste existe y son solo ellas en el mundo por primera vez, y no contra él.
Una vez más planean jugar a Julieta y Julieta en las penumbras, pero con un final feliz.


                                             -{♥}-

Sabe que mi casa está es su hombro,
             en ese hueco perfecto de su cuello,
        donde su perfume se estanca y mis besos se pierden.

Sabe que sus sonrisa inmensa basta para sanarme por completo,
          que sus manos pequeñas curan todos los golpes que el mundo pueda darme,
 que su boca sabe a libertad.

Me presta unos besos llenos de juventud y promesas
   y me deja naufragar en su cintura
       mientras cuento los lunares de su espalda.



Mis zapatillas viejas y las suyas enredadas
     y una siesta para no dormir;
  para verla ser, para oirla respirar.
          Una siesta para volver a ella,
  para volver a casa.

lunes, 5 de mayo de 2014

Un salto

Siento un nudo en el pecho
              necesito dejarlo volar.
Veo la cornisa bajo mis pies.
             Nada duele si salto.

Pero me pesa mucho el pasado
              me ata a esta tierra el presente
 sigo pensando un futuro.

                  Nada duele si salto
 ¿Y si me quedo?
           ¿Y si sigo sangrando otro poco?
 ¿Cuánta sangre queda?
  ¿Cuántas armas aún no probó en mi?
    ¿Cuánto falta para que se canse de lacerarme las alas?
¿Va a cansarse antes que yo?

Desde acá arriba veo todo el mundo que me rodea
                No es mío ni va a serlo.
No lo quiero, apesta a muerte y mentiras
         A gente sin rostro, con máscaras mudas.

Nada duele si salto.
       Pero sigo en shock.
Nada duele si salto.
          Pero soy cobarde.
Me niego a dejarme caer.

Veo la cornisa bajo mis pies
        Pero no la siento ahi.
No me siento.
          Ni siquiera sé si la sangre en estas heridas es mia.

Tengo que dejarme volar
          pero me da miedo.
 Me arrancó las alas sin motivo,
           sin autoridad, sin avisar.

Tengo un nudo en el pecho,
       no es un nudo, es un bollito...
        tengo un bollito de alma en el pecho.
Se quiebra fácilmente, no dejo que lo toquen.
         
Tengo un miedo en las costillas...
        me está carcomiendo el pecho.
 Tengo una tristeza en las venas;
          me enferma el cuerpo, busca salir.
  Tengo un grito en la garganta;
     me desgarra por dentro, me desarma...
                 necesita respirar, me asfixia.

  Tengo la certeza de que el dolor se irá si me animo a saltar.
            Pero me iré yo también.

Y eso si que no lo tengo en planes.

viernes, 25 de abril de 2014

Te espero

Le dije que la iba a esperar. Que no me importaba cuánto, siempre se lo dije.
Cuando me dijo que era hasta ahi donde llegaba sin caerse, no hubo más piso, ni hubo techo, ni hubo un cielo. No hubo nada, sólo ella llorando, y yo llorando, y el mundo que se había apagado de golpe.
Después de un rato abrazadas nos sacudimos los escombros y decidimos seguir otra vez, decidimos limpiarnos la sangre de las rodillas y pararnos nuevamente. Juntas. Yo con ella, ella conmigo.
Le dije que la iba a eperar y lo repetí, y lo repito, y lo repetiré. ¿Cómo no hacerlo? Si es ella quien me mostró que yo también podía ser amada, y me enseñó que yo también podía amar.
Si fue ella quien me mostró que podía sentir tanto hasta llevarme al punto de creer que estallaría de tanto amor.
Si es ella la que me sigue dando fuerzas -ahora a la distancia- para salir a pelearla en una ciudad ajena.
Es ella la que me da paz en medio de toda esta turbulencia.
Es por ella que sigo esperándola, es por lo que soy con ella. Es por las dos.
Y como dijimos, preciosa. "Como Julieta y Julieta... pero con final feliz"
Te amo. No importa cuánto pase, no importa a quién le moleste. Es así. Y somos juntas.
Me quedo a tu lado mientras me dejes darte la mano.

miércoles, 16 de abril de 2014

Resumen semanal






















                                                                                ...esto no está nada bien. No está.








lunes, 14 de abril de 2014

Un favor

¿Te puedo pedir un favor? Se que estás leyedo... puede que te cueste pero intentalo al menos... por unos segundos mirate con mis ojos... quiero que te veas asi de gigante como yo sé que sos (porque lo sos pero a veces les crees a los que te dijeron lo contrario) quiero que te veas así de enorme y de hermosa y de perfecta. Quiero que notes por un momento lo enorme de tu alma, esa que se te escapa por los porors y en las sonrisas; esa que de vez en cuando intenta salirse por tus ojos y camina por la cornisa de tus pestañas en un vil intento de morir.
Mirate con mis ojos. ¿Te ves? ¿Te ves así de perfecta como sos? Espero que lo logres, desde lo más profundo de mi ser espero que lo logres, que comprendas que no exagero cuando te digo que sos la que me rescata y la que me empuja a seguir caminando. Sos vos la que se adentra en mis rincones, hacia lugares de mí misma que no conocés, sos vos la que se arriesga a perderse en el enredo que  es mi alma y es a vos a la que no le importa el desorden que encuentra, el destrozo que encuentra ni los restos de las pisadas de otras personas que no supieron caminar por allí sin pisotear y romper, que no supieron hacer como vos y entrar tranquila, despacio.
Quiero que te veas como la caballera que sos, como la que me cuida cuando tengo miedo de salir, como la que se despierta a la madrugada a taparme medio dormida aún sabiendo que en minutos la frazada volverá al suelo.
Quiero que te veas así de luminosa como sos cuando te reís, cuando sonreís y cuando me mirás y me ves, porque vos aprendiste a verme.
Quiero que te veas como yo te veo cuando abrazadas nos ponemos a planificar fines de semanas, y a armar una familia imaginaria y un jardín lleno de flores y un mundo nuestro por fin. Quiero que logres ver como te brillan los ojos cuando hablás de lo que querés, de lo que deseás, como se te escapa la risa entre las palabras casi cantadas cuando me contás algo con lo que soñás y cómo movés los dedos en el aire intentando materializar todo eso que me decís.

¿Te puedo pedir un favor? No le creas. Jamás le creas a nadie que te diga que no podés, que no sos lo suficientemente fuerte, o lo suficientemente "grande". Creele a eso que veas cuando te mires con mis ojos y por fin te veas. Exactamente como me pasó a mi en la madrugada del 14 de febrero del año pasado; hace exactamente un año y dos meses, mientras te acompañaba a tomar un colectivo que iba a separarte de mi indefinidamente, y ahi te vi, y supe por fin que quería tenerte siempre conmigo, y que no quería volver a tener que verte partir sin saber cuándo regresaría a tener tu perfume.

Mirate con mis ojos un momento, por ahí así podés ver tu magia.

Te amo.

domingo, 13 de abril de 2014

Necesito un tiempo. Necesito un tiempo pero en casa, en MI casa, en esta en donde no tengo frío ni dolor. Necesito un abrazo fuerte y sincero, alguien que me diga que me quiere en este momento, alguien que me entibie el alma a esta hora en donde el sol e esconde en los campos y las palomas vuelven y no hay nadie en casa... necesito un golpe en la espalda para meter mi alma en el bolso junto con la ropa y las ganas de despertar mañana.
Necesito un aire, necesito a este pueblo de casas bajas y gente hermosa que me saluda al pasar, que me sonríe, que me conoce, que me critica, que no me quiere. Necesito convivir con ellos también, no me interesa.
Necesito buscar fuerzas de algún lado, hablar tal vez y decir eso que tengo atorado entre las costillas. Tengo que dejar de buscar soluciones en noches sin memoria y crecer de una buena vez.
Tengo que aceptar que las cosas así son y así serán por lo pronto. Aceptar que no puedo cambiar ciertas cosas y tengo que aprender a llevarlas en la espalda y que son como alas, y aunque me pesen en algún momento me van a elevar.
Tengo que animarme. Hay cosas que no puedo seguir callando por mucho tiempo y tengo que encontrar las palabras exactas para no dañarme cuando las diga, para que no me desgarren la garganta tras tanto tiempo atoradas allí, queriendo asomarse cada vez que abro la boca. Tengo que dejar de tragar ideas y dejarlas ser, y plantarlas y mirarlas crecer, y nutrirlas.
Tengo que gritar, necesito gritar. Necesito que alguien esté dispuesto a escuchar lo que quiera decir sin importar cuantos monstruos salgan de mi.
Necesito limpiarme el alma, dejar salir a los fantasmas que me aterrorizan y ser. Ser de una vez. Quiero dejarme ser. Quiero aceptarme siendo y no estar llorando ausencias que no son y armando películas que no existen sino en mi mente y quiero estar feliz y sonreir otra vez y que esta tristeza que tengo atada a las muñecas se vaya de una vez porque no puedo. No me sale seguir asi.

                                 Quiero extirparme del alma
        las palabras que se me atoran en la garganta.
Quiero correr y gritar
          y poder respirar.
Me duele el pecho
         y no sé dónde mirar.
Necesito que me prendan la luz
           tengo que encontrar la salida.

martes, 1 de abril de 2014

Crónicas de fin de semana

Me quedé en silencio abrazada a ella, ¿Qué pensaba decirle? ¿Algo de lo que dijera haría la diferencia? Me quedé con la duda y no dije nada. El pecho me dolía pero no era el momento para volver a ser una nena; la abracé con fuerza.
Quise por un momento hacerme chiquita, diminuta y entrar en su corazón y desatarle ese nudo de miedos que a fuerza de psicopateos se había formado. Quise por un momento hacerme grande de golpe y poder frenar esa avalancha de insultos cotidianos que la atormentan por ser quien es, por ser conmigo. Quise desaparecer o ser diferente, ser lo que merece tal vez, ser eso que esté bien y que no le cause peleas ni le ocasione preocupaciones. Quise ser todo lo que no soy pero debería.
Salió de la comodidad que el hueco de mi cuello le proporcionaba para darme un beso en la mejilla y lo notó; unas lágrimas saladas y silenciosas me delataron en la oscuridad y nada más pude ocultar.
-¿Qué te pasa? Nena... -su voz por primera vez fue lo que no quise escuchar, no quería que fuera ella quien descubriera que me había roto, que no soportaba otra vez, hubiera dado cualquier cosa por haberle evitado el disgusto de verme desmoronada y hecha arapos.
No pude contestarle, simplemente me hice un ovillo y me abracé a su cintura con fuerza, con mi cara en su vientre, casi cubierta por las sábanas. No quería mirarla, no me animaba.
Intenté parar pero ya era tarde, ya el alma intentaba salirse por mis ojos para pintarme otro poco las ojeras, y los espasmos hacían que temblara como un perro con frío.
Lloré como hacía mucho quería llorar, lloré callando gritos en la noche, lloré como una nena chiquita que llora de tristeza, como eso que siempre fui mientras asustada me acariciaba el cabello buscando alguna explicación para semejante dramatismo.
No la había, no la hay... o tal vez si, ¿quién sabe? Yo no.
Simplemente sé que lloré hasta empaparle la remera, mientras escuchaba el ruidito metálico de su corazón agitándose por los nervios al ver que no podía calmarme y el aire casi no entraba en mis pulmones.
Sentí como temblaba su pecho y supuse que lo peor que podía haber hecho estaba sucediendo y esta vez era ella la que lloraba por mi, por no haberme secado a tiempo las lágrimas que no deberían haber estado.
Subi mi cabeza hasta su pecho y hundí mi nariz en su cuello, en su pelo... Respiré su perfume mientras le pedia perdón sin siquiera saber por qué.
Me besó en los labios y sus lágrimas y las mías se mezclaron y lloramos otro rato hasta quedarnos con muchas menos lágrimas que de costumbre atoradas en las pestañas.
Le besé las mejillas, y la nariz, y los ojos y dejé que me secara las lágrimas con la delicadeza de quien sabe cómo duele.
Dejé que me abrazara y en vano intenté explicarle mis lágrimas nocturnas. Le prometí llamarla más seguido cuando esas crisis volvieran a tomar el control de mi cuerpo y me prometió intentar hacerme sonreír mucho más de lo que ya lo hace.

El peso sigue estando y la carga no es más liviana y los obstáculos no son más simples ni el camino menos empinado. Todo duele, TODO; a veces más, a veces menos. Una única esperanza de salir adelante a pesar de todos los puñetazos de aquellos que siguen sin querer entender el amor y la felicidad ajenos. Una sola esperanza colgada del cuello como amuleto o talismán. Una esperanza y una mano que me sostiene la mía. Hay que seguir adelante.

                                                                      -†-

Y la sal en mis heridas
         ya no quema como solía hacer....
No es que no sienta el dolor,
          simplemente no tengo miedo de que me hieran otra vez.

Y la sangre en estas venas
               no está bombeando menos que antes.
    Y esa es la esperanza que tengo
                         lo único que sé
y lo que me mantiene viva.
                             -Last Hope -Paramore

sábado, 22 de marzo de 2014

Nueve

Hace nueve meses me caía mal la gente que caminaba por la calle de la mano, las personas que se besaban en público, los apodos raros entre parejas, aquellos que se quedaban en su casa con sus novios.
Me caían mal aquellos que se pasaban horas hablando por teléfono y que se extrañaban tan sólo a dos horas de haberse visto.
Hace nueve meses yo era un cactus, amaba serlo. Amaba no depender de la presencia de alguien para reír hasta que me dolieran las costillas. Amaba dormirme sin preguntarme por otra persona, amaba ser un yo singular. O al menos eso pensaba, era todo lo que tenía.
Hace nueve meses helaba y yo no estaba abrigada, y la música en el bar de siempre era perfecta y todo parecía haberse puesto de acuerdo.
Hace exactamente nueve meses y después de una larga discusión de casi tres horas la vi dejar su cama y recostarse a mi lado y sentí su cabeza en mi hombro y  me morí de amor. Y me apretó la mano con fuerza con unos dedos escarchados y temblorosos y me dio un beso en la mejilla.
Hace nueve meses junté el coraje que no tenía y aún con el miedo del rechazo haciéndome castañear los diente la besé, y entonces viví.
Y entonces supe por fin lo que era darle la mano a alguien y perder el miedo a todo, y supe lo que era saber que me enfrentaría a cualquier persona porque nuestro amor es mucho más fuerte que cualquier intención de mantenernos alejadas. Supe lo que era preguntarme a todo momento qué estará haciendo, imaginarme si estará sonriendo o si tendrá frío, si me extrañará...
Ahora sé lo que es despertarse cada mañana con el deseo de abrazarme a su cintura otro rato y respirar su perfume en mi propia piel; sé lo que es ser dos personas a la vez y pensar por las dos y acostumbrarme a sus movimientos y memorizarlos como propios. Sé lo que es armar una familia de cactus bonsai y pararme en el balcón mirando la nada sabiendo que en  segundos va a abrazarme por la cintura para besarme el hombro.
Definitivamente ahora sé que mi madre tenía razón cuando me dijo que valía la pena pelearla, que valía la pena soportar los dimes y diretes, y la gente en contra y que al fin y al cabo, si es difícil parar a una persona enamorada, parar a dos que se aman es imposible.
Ahora sé que tenía razón, porque soy yo la que adora tener diez minutos para quedarme en el sillón hecha un ovillo a su lado, soy yo la que adora hablar por dos o tres horas por teléfono y contarnos pavadas y soy yo la que le envía mensajes diciendo "te extraño" en cuanto se va de casa.
Si al fin y al cabo en nueve meses las espinas se me cayeron y me brotaron flores y el disfraz de cactus dejó de ser creíble y hoy tengo el coraje para decir que la amo, para seguir peleando por la dos, para seguir dándole la mano cuando tengo miedo y sentirme fuerte, para seguir siendo uno las dos. Juntas. Siempre.

Felices nueve meses, bella.
                                 Te amo.
                                                Gracias.

sábado, 15 de marzo de 2014

Quisiera

A veces necesito un idioma nuevo, uno que me garantice que voy a lograr calmar el maremoto de su alma chiquitita y salvaje. A veces quisiera poder hacerla ver lo hermosa que es, quisiera que por un momento estuviera en mi lugar y se viera riendo, o durmiendo, o protestando, o simplemente respirando.
Quisiera saber como protegerla de todo lo malo de este mundo... de mi misma incluso, de su propio juicio, de gente que sigue lastimándola.
Quisiera a veces, tener el poder de hacerla respirar tranquila, de hacerla sentir como ella me hace sentir. De darle la mano -como ella lo hace- y calmar el mundo.
Quisiera quitarle todos lo problemas, el peso del mundo que carga en lo hombros. Con gusto lo cambiaría por mi felicidad; no la necesito... si mi felicidad es ella.
A veces quisiera que en serio sintiera todo eso que siento cuando la veo venir hacia mi para darme un beso, o la alegría que me inunda cuando siento sus manos en mi cintura abrazándome porque si, y robándome besos que hacen que todo mi día tenga sentido.
Quisiera que supiera que sigo por ella, que ella es la razón por la que sigo peleándola en una ciudad que no es mía, con gente que no conozco y con otra que creía conocer; que sigo porque es la única manera de empezar a cumplir lo que planeamos juntas.
Hay noches como la de hoy,después de un día difícil como el de hoy, en que sólo quisiera poder refugiarme entre sus brazos y entregarle el alma otra vez.
Quisiera que se viera así de gigante y preciosa como yo la veo, así de perfecta como es. Así de necesaria como es, tan ella que asusta desbordando perfección por los poros, mientras me revoluciona el alma con esas pestañas eternas; mientras me causa escalofríos cada vez que me dice que me ama, como la primera vez.
A veces quisiera que supiera que para mi es eterna y perfecta, que se aceptara como toda esa galaxia de persona que es, enamorándome cada segundo un poco más, haciéndome entender de a poco que con ella no necesito ni caretas ni disfraces porque puedo ser yo misma, desnuda de cuerpo y alma, aferrada a su cintura y sintiendo en el alma como se mueve su pecho al respirar; sabiendo que no hay otra respiración que pueda calmarme, ni ninguna otra que quiera escuchar en mi vida, junto a la mía, contra mi nuca, sobre mi almohada... rebotando en mi sangre, en lo más profundo de mis huesos; ahí donde está mi esencia, donde vive ella desde siempre, donde la encontré cuando por fin pude verla después de tanto mirarla.

Tu perfume de viento me despeina el alma
y busco explicaciones que no existen....
es que simplemente te amo.
                  Y aunque pensé que no podía,
que no sabía, que no era para mí....
                                 me diste la mano y me apretaste contra tu esencia
           me diste un beso helado, me diste coraje,
   la oportunidad de amar, la certeza de saberme tuya.
           me diste fuerza, me das amor.

           Y en el roce perfecto
de tu vientre y el mío
              crecen galaxias lejanas, mágicas, divinas.
Y entre tu amor y el mío crecemos,
   soñamos...
                    somos uno.

martes, 4 de marzo de 2014

Cucos

Los cucos tienen una cicatriz en común el el alma, y andaban por la vida lloriqueando en silencio hasta que se encontraron. Cada uno carga historias pesadas en su mochila, cada cual tiene las soledades en los hombros. Entre todos nos liberamos de las cargas que tenemos.
Los cucos lloran con facilidad, y creen que diversión significa tirarse en el pasto a pelear por la forma de las nubes. Son capaces de estar días enteros sin verse y volver a hablar como si nada. Dan abrazos eternos, hasta que uno de los dos comienza a llorar; y ahí siguen abrazando otro rato.
Los cucos son extremadamente celosos, y se ofenden con facilidad si llegan a creer que uno es capaz de olvidarlos -aunque en el fondo saben que eso es imposible- MIS cucos son fundamentalistas del mate amargo y las masitas dulces.
Los cucos cocinan para todos, no lo hacen bien, pero si con amor. Y disfrutan sacar fotos y hacer bochinche, y cantar a los gritos, y caminar en silencio; y te dan la mano para caminar, y te pellizcan, y te comparten sus cosas, y te roban lo tuyo.
Cuando un cuco olvida algo en tu casa, se convierte en algo tuyo, y ellos lo saben.
A los cucos los reconocen en Gossip Town; es fácil hacerlo. Son aquellos que van por la calle sin auriculares pero parecen cantar bajito, los que  van riéndose solos, los que frenan a mitad camino para sacarle fotos a las nubes. Son los que llevan mochilas enormes para todos lados, y los que se sientan en grupo a escribir, sin hablar casi.

Los cucos se curan entre si las heridas; cuando uno llora es muy probable que el resto lo haga de a poco, soltando una lágrima cuando nadie los ve, intentando parecer fuertes para el que está mal, para que no sienta que su problema es demasiado grande, ni sus heridas demasiado profundas.
Después de un tiempo, los cucos son como hermanos, se fueron uniendo casi sin querer y de golpe, como si siempre hubieran ido de la mano; aún cuando sus edades son muy diferentes. Se acompañan soñando con un mundo mucho mejor que ahora, con una revolución que llene de colores las calles y las almas de las personas; y aunque alguna vez supieron caminar demasiado solos para sus cortas edades, ahora saben que no van a caer, porque otros cucos solitarios los van a atrapar antes de tiempo, o van a empujarlos a volar lejos cuando lo necesiten, para después acariciarle las alas.

                                                       -.-

Mostritos de brazos grandes
      me cobijaron y me curaron el alma.
Me dejaron contarles cuentos tristes
                 y le escribieron un nuevo final.

Me dejaron mi disfraz de caballera
              aún sabiendo que era una nena triste.
    Me dan ganas de salir adelante.
          Me dan fuerzas, tiempo, sueños...
                          paz.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Su cabeza en mi pecho y soy feliz
   sus manos y las mías, como dos pajaritos
que quieren volar por primera vez.

Me encanta sentirla durmiendo a mi lado, con su cabeza apoyada en mi hombro y sus dedos enredados en los míos; sus uñas prolijas y las mías llenas de mordiscos.
Me encanta que ocupe toda la cama y me deje el borde de un almohadón y apenas un poco de sábanas; que le agarre calor y nos destape a ambas.

Suena una cancioncita triste,
   canto como al pasar y sé que me mira.
y le cuento lo que no me animo a decirle.

Me resulta extraño como una persona puede hacer que mi alma deje de retorcerse e intentar salir a lagrimones salados por los ojos. Amo abrazarme a su cintura y apoyar mi cabeza en su pecho cuando todo lo que quiero es desaparecer del mundo y hacerme chiquita y llorar. Amo que me calmen sus latidos, y sentir que su pecho es una cajita musical que sólo yo puedo escuchar, mientras me abraza y dibuja círculos con sus dedos en mi espalda.

Me despierta el aroma a té
    su perfume en mi almohada, en las sábanas,
en mi piel,       en mi alma.
Me despiertan sus besos
       y sus pasos por el departamento.

Despertarme con su sonrisa mirándome me fascina y me da ganas de abrazarla y no soltarla jamás, porque la quiero en mi vida. La quiero sin poder distinguir casi entre su cepillo de dientes y el mio, la quiero quejándose de mis medias horribles e intentando dibujarme mientras estudio. La quiero gritando por la casa y haciendo bullicio y saltando para pegarme con los almohadones y riendo.

Quiero tener sus locuras en mi vida diaria
               y que me robe sonrisas
que no sabía que guardaba en mi interior.
                  Quiero que me deje hacerla feliz.

Me hace feliz que me robe el celular y me haga correrla por el edificio, y que me cebe mates amargos toda la noche. Me hace feliz bailar con ella en la terraza mientras me canta canciones en francés casi susurradas. Quiero todo eso en mi vida, y lo quiero para siempre. La quiero despertándome a la noche porque me muevo mucho, la quiero robándome la frazada y llenando todo de papeles de caramelos Alka de cereza. La quiero con sus manos frías en mis costillas. Conmigo. Hoy y siempre.


Me llenó la vida de colores,
             me quitó la tristeza, me dio ganas de reir.
Me acaricia el alma y me canta canciones de cuna;
                                         me cuida los sueños.
Me ayuda a cumplirlos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Comunicado desde el rincón

Llanto. Una almohada demasiado húmeda y la cara en llamas. El alma estrujada en la garganta, y palabras que suben por mi esófago. Tengo que decir algo. Tengo que gritar, que decir que me molesta, tengo que decirlo. me callo. Trago todo otra vez, con esfuerzo.
Suben otra vez haciendo presión, el sabor amargo y putrefacto de todo lo que no digo me raspa la garganta, como una caricia macabra.
Intento otra vez callarme, son las seis de la mañana y aún no dormí. Ojalá me hubiera ido hace cuatro horas. Nuevamente ese bolo de palabras a medio masticar que me toca la boca. No puedo volver a tragarlo, sabe muy feo. Vómito.
Un vómito oscuro que me abraza la garganta, el ruido de mi garganta al romperse se escucha a lo lejos y lloro otra vez.
Y sigo llorando, porque es lo que hago desde que llegué, porque es todo lo que no lloré estando lejos, porque no me entienden y tampoco puedo lograr que lo hagan, porque parece que nada de lo que digo se escucha y simplemente no puedo estar gritando.
No puedo gritar lo que no entiendo y no puedo entender que es lo que tanto me lastima, no puedo entender que es lo que tanto me duele, qué es lo que hace que el alma me tiemble hasta hacerme vomitar toda la tristeza, que sigue adentro mio como si la tuviera en la sangre, enfermándome el cuerpo constantemente.
No quiero volver a aquello que un día fui, no quiero volver a la sombra otra vez. Tengo miedo.

sábado, 8 de febrero de 2014

Amo a una mujer que cree que tomar una taza de té juntas es sexy, y a la que le gusta creerme cuando digo que si nos abrazamos loo suficientemente fuerte, el tiempo se para y nunca llega la hora de volver a casa.
Amo a una mujer a la que le divierte hacerme enojar, que no la divierten las actrices que me gustan y que podría estar horas leyendo lo que escribo y sin importar lo terrible que sea va a decir que le encan
ta con una sonrisa.
La mujer que yo amo me pregunta si me casaría con ella prácticamente a diario, todas las veces le digo que si y la miro reírse un rato y hacer silencio luego mientras me dice que habla en serio.
Cada vez que duermo con la mujer que amo pregunta si su cuello en mi brazo no pesa, si no me aplasta, si no me hace mal; amo decirle que me hace bien y morderle las orejas.
La mujer que yo amo es una mujer que me da besos ruidosos en la frente y me hace cosquillas, y me pellizca los cachetes, y me despeina, y me muerde los brazos, y me llena el alma.
Amo a una mujer que escribe cartas y me hace esperar horas,días o meses para leerlas, y quiere mirarme mientras lo hago, y me resisto porque sus cartas siempre me hacen llorar.
Amo a una mujer que planea secuestrarme cada vez que estamos en una terminal de ómnibus y una de las dos se despide de la otra.
Amo a una mujer que me da besos en la nariz, en las mejillas y en el mentón; y en la espalda, y en las manos, en la cintura y en las orejas, y en las costillas, y en el ombligo, en los labios; amo a una mujer que me muerde mientras me besa y se ríe a carcajadas porque "besar es divertido".
Amo a una mujer que, como yo disfruta de las películas clásicas y de las más extrañas y siempre tiene otro ratito para acurrucarse y abrazarme con fuerza.
La mujer que amo me hace escuchar canciones hermosas y, cuando cree que no la oigo las canta bajito mientras se viste, o se peina y me hace pensar que soy demasiado afortunada por tenerla conmigo; me hace comprender que lo soy.
La mujer que yo amo, me hace feliz; me escribe que me ama en papelitos y en las piernas, y cose muñequitos de tela y les pone nombres raros y sonríe con la cabeza apoyada en mis piernas mientras le acaricio el pelo y las mejillas, y cierra los ojos porque está cansada de tanto volar, y se deja acariciar las alas; y yo muero de amor.
La mujer que yo amo es mi mejor amiga y la amo, y puedo estar horas contándole mi vida, escuchando la suya, inventando la nuestra...
Le gustan las nubes y le gusta mirarlas; a mi me gusta ella, y entonces la abrazo hasta que las nubes se vuelven estrellas y le digo al oído que la amo, y que me encanta amarla tanto, y le recito a Cortázar o a Neruda, y ella me dice algo en francés que no entiendo pero me encanta, y siento que no entra tanta felicidad en mi pecho, y entonces, para no estallar en mil pedazos de tanta alegría acumulada... escribo. Y la beso. Y respiro su perfume, ese que me lleva a casa.


                                                         -∞-

Y un día me desperté,
    y estaba entre mis brazos
mostrándome un amor casi irreal.

Y la apreté contra mi cuerpo
      y así vamos por la vida
conquistando nuevos mundos,
    amando otro poquito,
         cuidando de no estallar de tanto amor...
Floreciendo.

jueves, 30 de enero de 2014

Llanto

Llorar. Por un montón de cosas contenidas, llorar de frustración, de tanto extrañar, de dolor, de decepción. Llorar; necesitaba hacerlo, necesitaba limpiarme el alma con la sal que cada lágrima tiene. Necesitaba llorar.
Necesitaba volver a ser una nena chiquita llorando porque no le dieron un abrazo, porque no se animó a pedirlo, ni a darlo a quien sabia que lo necesitaba. Necesitaba llorar porque quiero seguir durmiendo con la tranquilidad de siempre, sabiendo que mamá está a unos metros de distancia.Necesitaba llorar porque hay gente a la que aún le tengo terror, necesitaba llorar.
Lloré. Lloro. Y pienso seguir llorando, porque hay mil cosas que quiero decir y el mundo no quiere escuchar, porque estoy muerta de miedo, al mundo, a la distancia, a la soledad, a alguna gente, a defraudarme, a no servir, muero de miedo a perder lo que tengo.
Y simplemente necesitaba algo de humedad en el alma, así tal vez vuelva a florecer como hace un tiempo.

                                                     -.-

Y si todo fuera más fácil,
      si no rebalsara mi alma de emociones,
si no me persiguieran los fantasmas del pasado,
                     si la distancia se esfumara de golpe,
si tuviera más coraje, tal vez, si fuera fuerte...

No habría más drama, dolor, tristezas o miedo.
      No sería yo tampoco,
parándome de frente,
secándome las lágrimas
      e intentando una nueva gambeta a la vida.

miércoles, 29 de enero de 2014

Hora de irse



Ultimos días en La Nada. Me lleno los pulmones. Se ríen a mi alrededor. Risa con olor a tequila, a juventud.
Los miro. Sonrío. ¿Cómo es posible que haya llegado a amar tanto a esta gente?
Están descalzos, tirados en la vereda, riendo, gritando.
Siento el abrazo de los seis que me aprietan las costillas, los omóplatos, el alma. Los siento acariciarme la vida de a poco.
El más pequeño de mis montruos me dice que me ama, que va a extrañarme, que agradece poder ser amigos. Se hace un ovillo y cierra los ojos, empieza a soñar en su cama de cemento, que ya es suya luego de años acostados mirando las estrellas.
Hace frío. Cierro los ojos, ya nadie queda en el lugar, sólo nosotros siete y unos perros callejeros.
Hablamos de sueños, de cosas que tenemos que dejar atrás. De todo el peso que dejamos acá y lo que nos espera.
"Nueva vida" digo. Nada malo pienso llevarme, y aunque mera de miedo, voy liviana, sin prejuicios ni estereotipos, voy.
Vamos. Ahora los tres de la mano, a esperar a los otros cuatro un par de años.
Seguimos con la promesa eterna, y quizás un poco idiota de seguir juntos mientras podamos, de no dejarnos llevar por el viento ni las luces de neón.
                                                             -.-
El viento me despeina, se me eriza la piel. Un último trago de whisky me abraza la garganta. Reconozco que mañana mi cabeza va a ser un desastre. Las personas que parten a trabajar nos miran extrañados y sonríen. "Los mismos de siempre" dicen.
Quiero volver. Quiero volver atrás siempre y quedarme así, vivir así otro tiempo, no mucho, lo suficiente. Quiero soñarnos sin necesidad de dormir. Quiero comer dulces, y escribir sueños, quiero que mis amigos sigan contándome cuentos en donde nosotros somos los héroes y peleamos contra villanos y salvamos el mundo, nuestro mundo. Quiero quedarme en ese lugar, en nuestra cama de cemento en donde soñamos sueños macizos y casi reales, con buenos cimientos. Quiero que no me suelten la mano. Que me acompañen. Que me empujen y se rían de mi seriedad, de mi dramatismo, que me ayuden a tomarme la vida menos en serio, a sobrevivirla.


                                                    _- ✝ -_

En una jungla de cemento se pierden mis ojos,
  están llenos de verde, de pasto recién cortado,
                  de aroma a libertad.

Trato de no perderme, de no cegarme,
      de recordar mi tierra, mis aires, su aroma.
Me dan la mano unos monstruos, me dan coraje.
     Me dieron sueños y fuerza,
ahora me dan tiempo y espacio,
                        me dan una chance.

Me dieron libertad para ser,
                  me dan oportunidad de hacer historia.

                                                 

domingo, 26 de enero de 2014

La extraño. La amo.

Hoy la extraño, y es porque la amo. Porque la amo con todos sus mundos; la amo quieta y efervescente. La amo sin saber siquiera de qué está hecha. La amo y todavía no entiendo como mi pecho no explotó ante sus ojos negros, llenando de mariposas de sangre el lugar.
Amo despertarme antes que ella y mirarla dormir, observar su quietud y admirarla, acostumbrada al remolino que suele ser.
Amo sentirla respirar junto a mi, hacerla reir y sentir su piel rozando la mía, y oirla decir que nada más necesita si estamos así.
Amo decirle que no pienso soltarla y que me encantaría poder quedarme anclada a su cintura el resto del día mientras luchamos para levantarnos a almorzar a las cinco de la tarde, mientras me pide que no vuelva a ponerme la pijama y vuelve a quitarme las ganas de salir del cuarto a besos en la espalda.
Me encanta sentir sus manos pequeñas enredadas en mi pelo, en mi cuello, en mi alma... Y extraño su perfume, y extraño que cada vez que entro al cuarto una ráfaga de su esencia me inunda y extraño apoyar mi cabeza en ese hueco perfecto que forman su cuello y su hombro, en donde empiezan las constelaciones de sus lunares infinitos, que cuento con los dedos mientras ella se ríe y yo muero de amor.
La extraño, completa. La extraño como si hiciera meses no la tuviera conmigo y no comprendo como pude soportar aquellos meses en que nuestros mundos estaban en guerras.
La extraño con el cuerpo y el alma, y extraño que me apriete los cachetes, y que se burle de mi por ser menor, extraño que se enoje si le hago cosquillas e intente no hablarme por unos segundos. Extraño que se queje porque me encanta morderla y su piel blanca no soporta la brutalidad de mis besos.
La extraño. Quiero abrazarla por la cintura y mirar como todos viven mientras nosotras morimos de amor y nos prometemos los mundos que existen aquí, y los que están más allá, formando una familia entera de cactus bonsai con nombres extraños y muñecos cosidos a mano, mientras peleamos por nuestra música favorita y seguimos jugando a Julieta y Julieta en este mundo de locos.


                                                   -.-

Me llenó el cuerpo de mariposas
        y el alma de mostritos
Y todo lo que creí cierto
                cambió por completo con su llegada.

Creí en el amor
        y creí en ella.
Y creo en el amor
         y creo en nosotras.

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"¿Cómo van a caber tantos besos en una canción?"

miércoles, 8 de enero de 2014

Luna de miel y humo

La busqué en la oscuridad del cuarto; la luz de la luna apenas nos iluminaba y las promesas dejaban de ser deudas.
Encendí un cigarrillo y observé el brillo de todo lo que le prohibieron en los ojos. Se acercó. El cuerpo tibio y los ojos ardiendo, mostrándome otro poco de todo el universo que esconden.
El  humo llenaba el cuarto, me llenaba los pulmones, la boca, la sangre; tras unas pitadas me acerqué nuevamente a ella, la miré a los ojos, saboreé de antemano el beso que sabía venía a continuación, y con el sigilo que me da la ebriedad la besé interminablemente, terminando de soltar el dulce humo en su boca.
Nos besamos como si fuera la primera vez en todo el mundo que alguien se atrevía a besarse. Fue un beso con sabor a tabaco, a prohibido, a libertad y desobediencia.
Tras un par de caricias el cigarro terminó por consumirse entre ambas, dejándonos cubiertas de caricias por dar, llenándonos de dopamina el alma, mientras intentaba desarmarle a caricias la cintura y llevarla a volar conmigo.
Jamás la luna se vio tan hermosa como esa noche iluminándola en la penumbra y jamás me sentí más segura que en la oscuridad total y entre sus abrazos eternos.
Dormir tranquila es fácil si tengo quien me cuide el sueño.
Y entonces la luna murió de celos cuando cerré la ventana y ya no pudo acariciarla, y entonces morí de amor entre sus brazos, entre sus besos; y despertar fue renacer, fue revivir, fue verla dormida y saberla real, y saber que es conmigo y soy con ella.

Y si quisieras acompañarme
              huiríamos de este planeta;
     el mundo nos queda chico.

Basta con tu sonrisa
  y un abrazo eterno, nuestro.

Volemos, amor...
               yo invito los besos.