miércoles, 18 de septiembre de 2013

Hace un tiempo

Septiembre de 1998

El sol me da en la cara y me hace cerrar los ojos. Respiro profundo, hay olor a pasto, a calor, a verano. El sonido de los eucaliptos se escucha cercano, mezclándose con el relinche de un caballo viejo.
Mi pelo suelto me cae sobre el pecho. No llevo puesto más que unos shorts de jean azules. Tengo tres años.
Estoy acostada sobre el pecho de una de mis hermanas. La siento respirar y acariciarme la cabeza. Ambas estamos en una hamaca paraguaya que papá hizo, miramos el patio lleno de verde.
Empieza a hablar con esa voz que tiene, que aún conserva, esa voz que sin importar qué me calma. Me cuenta cuentos inventados que me hacen reír, habla sobre un piojito.
Mientras me río aprovecha para desenredar mi pelo largo hasta la cintura, e intentar que parezca algo menos salvaje de lo que soy. No me molesta que lo haga, me hace agarrar sueño. Cierro los ojos y me dejo llevar por su voz, por el vaivén de la hamaca, por los perfumes que invaden ese pueblito de nadie, por los ruidos de la casa, el lloriqueo de mi hermano recién nacido en la cocina, Las voces de mis otras hermanas en los dormitorios, el ruido de mi madre caminando sobre el piso de madera de la antigua casona, el sonido de mi papá intentando arreglar algo que ya no tiene arreglo para poder seguir adelante...
Me invade una sensación de calma, como un trance. Abro los ojos apenas, una última vez. Los rayos de luz que pasan entre los árboles me entibian el alma. Me duermo.
-.-
Septiembre de 2013
El ruido de los papeles al revolverse me  despiertan. Abro los ojos nuevamente. Tardo unos segundos en acostumbrarme a la luz brillante del sol dándome de lleno en la cara. Estoy recostada sobre el pasto corto.
Algo confundida escucho la voz de mi sobrino pidiéndome unas hojas para dibujar. Pidiéndome que dibuje con él.
Tiene siete años, apenas tres o cuatro años menos que mi hermana -su madre- cuando se acostaba a peinarme en la hamaca del caserón.
Tras intercambiar las hojas por un beso, nos sentamos codo a codo en el reparo de un árbol a dibujar. Miro las calles de mi pueblo natal. Ya no son las mismas, ya no quedan calles de tierra, ni chicos con las rodillas lastimadas jugando descalzos. Ya no es mi pueblo, simplemente un lugar al que voy de visita cuando deseo ver a mi padre.
El ruido de los eucaliptos aún se oye, aún oigo un par de caballos lejanos, el sonido del trote sobre la tierra, incluso puedo sentir su aroma a pasto húmedo y pelo si cierro los ojos.
Miro al jovencito que tengo a mi derecha mientras intenta copiar a los árboles que crecen salvajes frente a la casa de mi tía. Todo un señorito hecho de silencios, con ojos grandes y curiosos y cabello rebelde e indomable. Las manos sucias de tierra y la ropa llena de pasto. Lo observo con detenimiento y veo cómo saca la lengua para dibujar. Sonrío, me recuerda a mi a su edad, sentada junto a su madre intentando dibujar como ella.
Me mira y se ríe, se le cierran los ojos igual que a mi. Lo siento parte de mi carne. Le paso una mano por la cabeza, intentando dominar el cabello que lucha contra su remolino y veo cómo se sacude, volviéndose a despeinar.
respiro hondo nuevamente y dejo que el calor del sol de primavera me abrace y termine por derretirme la escarcha del alma.
-León... -le digo. Me mira sin responder. -¿Alguna vez te conté el cuento del piojito? -Pregunto. Abre los ojos y niega con la cabeza.
Comienzo a inventar un nuevo cuento, el original lo olvidé entre tantas mudanzas, entre tantas cosas que pasaron. Él continúa su dibujo, un pueblito, un Garibaldi que jamás se vio tan puro, a través de los ojos de mi sobrino, a través de sus manos, que son las de su mamá, que guiaron las mías, que ahora guían las de este niño, que me guía el alma una vez más y me hace recuperar partecitas de mi historia. Partecitas de mí misma.

sábado, 31 de agosto de 2013

3.50 a.m

El calor que empieza asomarse de la mano de septiembre, al contrario de levantar mi autoestima, me enfría el alma.
Viernes por la noche, madrugada de sábado. Recuerdos de sábados anteriores y una mano que sostenía la mía durante el día y una respiración casi musical que me mantenía tranquila por las noches, rebotando contra mi almohada, contra mi alma.
Tengo la aguda necesidad de estar en otro lado, y no aquí. El deseo, el anhelo de girar en mi cama en medio de la noche y escuchar su voz preguntando si estoy bien, o encontrarme con sus ojos entreabiertos y su sonrisa soñolienta que me hace sentir culpable al despertarla.
Tengo un perfume que camina enredado a mi, que me persigue donde vaya y hace que busque entre el mar de gente el rostro de quien sé que no hallaré-.
Tengo sus recuerdos enamorados de mi insomnio que se siente histérico por mi cabeza, y así corren los tres persiguiéndose, quitándome horas de sueño, en donde podría soñarla, o soñarnos, tal vez. De alguna forma más fácil, más sencilla y simple, sin tantas idas y vueltas de gente entre ambas.
Tengo los días de este Septiembre contados, tengo contados los días para encontrarnos y reconocernos nuevamente.
Tengo contados los días que faltan para volver a casa, para volver.


                                                            ▼

Y los días sin usted, mademoiselle
               son más largos y las noches
se hacen eternamente eternas.

El volver a casa no es el mismo
                 sin sus manos frías en mis bolsillos
y mis pasos no son los mismos
     si no siguen a los suyos.

viernes, 9 de agosto de 2013

...

Frío, terror. Sentí su voz apenas rasgando el aire y la vi recostarse a mi lado. Temblé al sentir su cabeza en mi hombro, quedé petrificada en sólo segundos y morí al descubrir su mano buscando la mía en la oscuridad del cuarto.
No quise creerlo. Había muerto hacía rato, de sólo pensar en que ambas respirábamos el mismo aire viciado con los resquicios de una noche de bar.
Hundió su cabeza aún más en mi hombro y apretó mi mano, tal vez pidiendo algo que no llegaba a comprender. Su respiración pesada golpeaba mi cuello hipnotizándome.
Depositó un beso helado y nervioso sobre mi mejilla y no soporté.
Era hora de hacerme cargo del universo que se había formado, era hora de juntar todo el coraje que un poco de alcohol y buena música me había dado y arriesgarme a morir en el intento.
Increíblemente segundos más tardes y con el alma estallando sin delicadeza alguna, intentando difícilmente no perder la cordura, un par de besos me sacaban el frío del miedo mientras sus manos pequeñas me abrazaban por la cintura.
Noche de confesiones en voz baja, risas tontas y caricias largas.
Meses soportando la opresión en el pecho de los besos que maduraban sin destinatario para poder despilfarrar todos los que se me ocurrieron en tan sólo una noche.
Ese fue el comienzo, ese fue el momento en que Jekyll y Hyde le cantaron un par de verdades sin decir palabra alguna y ese fue el día en que amaneció demasiado pronto mientras reíamos dudando si era real o no la locura de la cual habíamos decidido hacernos cargo. Y fue real.


Y una noche cualquiera
               entre el frío y tus ojos
te canté las verdades que deseabas oír.

Y como si el mundo no existiera,
                     como olvidando el deber
decidimos revolucionar nuestros mundos
y crear galaxias nuevas.
               

 Decidió el Universo,
         decidimos hacer caso.

domingo, 12 de mayo de 2013

Perdón.

Llorar. Durante horas, dar vueltas en la cama, dar vueltas al asunto y quedar en la nada. Pensar. Pensarla. Odiarme por eso y seguir en la misma.
Mentir, decir pavadas para cubrir mi mal humor, inventar pesadillas y noches en vela para ocultar el llanto. Confesar cosas a medias, retractarme y pedir perdón. Vivir continuamente pidiendo perdón, pidiéndole perdón.
¿Perdón por qué? Por no hablar demasiado claro, por querer lo que no tengo, por hacer sentir incómodx a más de uno con declaraciones dignas de mi dramatismo, de ese que llevo en la sangre desde que nací.
Otros nombres se mezclan en nuestras conversaciones, escenas de celos estúpidas que sólo me confunden más.
No entiendo que busca, no entiendo si entiende, si es inocente o demasiado retorcida. De todas formas me enreda, estoy jugada, y atada a sus palabras. Soy una hoja seca entre su viento, en medio de la tormenta que es su presencia misma, su andar desaforado por la vida, intentando conquistar nuevos mundos.
A veces simplemente gritaría, le gritaría todo, no pierdo nada más, ya sabe de qué hablo. Ahí recuerdo la fragilidad de su seguridad ante el mundo, ahí recuerdo que sólo conmigo es fuerte y eléctrica, casi irreal.
Ahí recuerdo que el mundillo de personas a nuestro alrededor parece frenar mis impulsos adolescentes todo el tiempo, por comodidad, por miedo al cambio, a la revolución.
Ahí recuerdo que tengo las manos malditas y vuelvo a secarme las lágrimas y a desearle toda la felicidad del mundo, aunque sé que le regalaría la mía. Vuelvo a alegrarme por sus amores esporádicos de fin de semana, por los recurrentes, vuelvo a inventarme amores de una noche que se van con la oscuridad pero dejan buenos recuerdos, todos ellos máscaras, para evitar caer en la tentación de prometerle un mundo aparte, de prometerle lo que imagine; de jurarle felicidad y morir de ello.
Ahí es cuando me calzo el disfraz y salgo a pelear con mis demonios otra vez, y vuelvo a la normalidad, arrepentida de mis malas contestaciones, ahí es cuando vuelvo a pedirle perdón. Perdón... por no serle sincera, por reaccionar como Hyde, para ocultar el amor que mi Jekyll le daría.
Perdón.

lunes, 8 de abril de 2013

- (Problemas en puerta)

No entendí qué fue lo que me hizo a la distancia. Una palabra y estaba mareada y diciendo cosas que jamás creí decir, al menos nunca pensé decirle.
Era gracioso, divertido, ocurrente. Me divertía, pero algo, en algún momento hizo eco en mi interior y la verdad oculta tras esos chistes me pegó duro un sopapo en el alma.
Me dejó una palabra en los labios y volvió a calmar el mar de su cabeza inquieta, más en mi océano una tormenta ya comenzaba a desatarse, y mi mente no entiende de juegos ni razones, y simplemente se dedicó a formar historias que probablemente nunca salgan de allí.
Y un nudo de tristezas se formó en mi tripa, ahogando así las palabras que quedaron por decir, matando de a poco esas mariposas que habían llegado a formarse.
Nada por decir, sólo silencio, y espera... Silencio frío, limpio, que aprieta como una abrazo muy nuestro y me seca un par de lágrimas antes de que broten.
Silencio y espera, como espero el invierno, como espero tu voz, como te espero, en silencio.
 
                                     -♥-
Y aunque intente escapar
             las mariposas ingresan a mi cuerpo sin aviso
me invaden el alma
           me aceleran el corazón
sin importar frente a quién.

Y no entiendes cariño,
             conmigo no te conviene
no sé jugar ese juego
               tampoco quiero aprender.

Regálame aquel beso helado
         que promete resucitarme.
Regálame tu risa clara
           quiero dormirme escuchándote.

viernes, 22 de marzo de 2013

Sueño de mis noches de otoño

La luz se apaga, la música deja de sonar de a poco, despacio. Pierdo la noción del tiempo, del espacio. Me libero.
Siento que vuelo entre un par de versos muertos, versos que nunca pronunciaré en voz alta, versos con o sin dueño. Versos que por decirlo, también son huérfanos.
Abro los ojos sin quererlo, la luz me encandila, tus ojos me alumbran desde algún punto entre la multitud. Aunque no puedo verlos, los siento clavados entre las cicatrices de mis alas.
Vuelvo a sentir el piso bajo mis pies y sacudo la cabeza, me pareció haber muerto un par de segundos. Agradezco que no sea cierto y me encomiendo a la diosa noche que todo me ha dado. Resucito entre los vivos que no se han dado cuenta de mi muerte.
Y el Viernes Santo me abraza la cintura, sacándome de encima el peso de la duda y camino firme hacia alguien que no me conoce.
Digo algo inentendible, quien me acompaña me toma la mano y me arrastra a la salida. Respiro aire frío que me llena los pulmones y me empaña la mirada.
Grito. Me arde la garganta y mi pecho está por explotar. Me parece ver un par de alas doblando la esquina. Corro. Miro sus piernas intentando mantener el equilibrio, sus pies desnudos entre el rocío de la mañana dejan huellas oscuras en la hierba.
La sigo, sin mirarme ríe a carcajadas, me habla dándome la espalda, aún no logro ver su cara, aunque presiento conocer su cinturaa, la forma exacta de sus hombros, su extraña y tranquila forma de caminar, como si nada importara....
Las luces se apagan, el grito de quien me acompaña se escucha en la distancia. El olor a la mañana fría se aleja, y la humedad a mi alrededor desaparece junto con las alas caminantes.
El ruido del silencio me rodea de golpe y la comodidad de las sábanas tibias me arropan el alma. El sol me acaricia las pestañas heladas por el ya recurrente sueño.
Intento volver a aquel lugar, intento recordarla, seguirla, pero ya no puedo. Se fue con la noche, con la música, con mi inconsciencia.
                             ∞♥∞

En la luz de mi inconsciencia te soñé otra vez
    sin nombre ni rostro, más con tu risa de pájaro
 dándole misterio a mis últimos sueños.

Y el día te llevó como hace siempre, con su luz macabra
                       eres un ángel de noche.
Espero encontrarte en esta vida
        en la única parte real que me queda.
Sin humos ni luces, sin alcohol ni rocío.

Tan solo usted, y yo,
   y un par de palabras sinceras.
Deja de una vez mi cabeza.
       Es hora de tenernos frente a frente.
De poder cantarnos nuestras verdades.

martes, 5 de marzo de 2013

Equivocaciones correctas

Caos. Besos. Olor a lluvia, a barro, a vino, a dulces. Humo azul y sonrisas de colores. Luces que me seguían el ritmo.
Un par de ojos desconocidos se me aparecieron en la penumbra y entonces no sé, si fue el alcohol o tu recuerdo el que me hizo perder la conciencia.
Entre la lluvia me sentí libre de mí misma y corrí en tu dirección una vez más, y me encontré a los gritos frente a tu puerta, llorándote las verdades que grita mi alma desde hace tiempo. Sé que me viste cariño, sé que me oíste, sé muy bien que entendiste lo que quise decir al decirte que tu sonrisa ocasionaba esta tormenta.
Ahora comprendo mucho menos que hace unos meses, y creo innecesarios esos modos de tratarme, tan cariñosos, tan inocentes. Como si no hubieras visto mi mirada entre la lluvia, como si mi corazón no hubiera roto el llanto de la noche.
No tengo nada más que decirte salvo que fue un honor morir entre tus brazos y volver a la vida.
Fue un honor haberte dicho mis verdades, y haber oído las tuyas, que aunque resulte increíble, se parecen bastante a mis sueños.
Quisiera tan sólo un tiempo más, pero no lo tenemos, simplemente hay que agachar la cabeza y seguir como si nada. Adiós.

                                          -♥-
El alcohol, la noche,
              los misterios, la lluvia,
tus besos, el viento...
       tus ojos, mi soledad.

No son buenas combinaciones,
              más el Universo no pregunta.
El ordenó, y obedecimos,
       y aunque fue una falta de respeto
y aunque se nos olvidó el decoro...
               El Universo es sabio,
Y simplemente a ambas nos gusta equivocarnos.

martes, 26 de febrero de 2013

Cansada

Me duele el pecho. me están presionando demasiado. Necesito que me dejen respirar a mi manera... No quiero que me enseñen, que me expliquen como se debe hacer. Aprendí por mi cuenta y así me parece más cómodo.
Necesito que me den espacio, el aire está muy viciado y me cuesta moverme con delicadeza. Estoy pesada, cansada. tengo demasiados sentimientos dentro y necesito soltarlos.
No necesito más ayuda, más opiniones, más consejos. Tengo muchos, me confunden. Simplemente necesito tiempo, la oportunidad de demostrar que no me equivoco, que puedo estar bien.
No puedo más. No quiero otra careta, me quita la respiración y el brillo de los ojos. Necesito aire, viento, luz. me cansé. Tengo demasiadas cosas en la mente, y ni siquiera me pertenecen; necesito un silencio.
Es demasiada presión, son demasiadas manos, este juego terrible en donde intentan moldearme no me gusta, es enfermizo.
No quiero tener que explicar por qué razón digo que NO, me parece que es muy obvio, no creo que todos merezcan saberlo, no creo ni busco que lo entiendan. Simplemente necesito aceptación.
Necesito la tranquilidad de un par de ojos que pretendí olvidar, necesito pensar con claridad mi próximo movimiento, no para calcular, simplemente para caminar más segura.
La única manera de aprender a volar es soltarme, es saltar. No pueden mostrarme cómo, no pueden volar por mí. Simplemente quiero ser. Necesito que me dejen serlo.
Mis pulmones están por colapsar de tantas palabras no dichas. Esto está por explotar si no hago algo por cambiarlo. Estoy decidida. No estoy pidiendo permiso, no voy a pedir disculpas. Voy a SER.

                        ∞ † ∞

Si tan sólo pudiera frenar,
                 pensar por un momento,
parar a descansar.

Necesito bajar de este mundo un rato.
                  Te necesito cerca,
los necesito lejos.

Necesito respirarte, para calmar mi ansiedad
                parar de buscarte un segundo,
necesito que me encuentres
                     y que me muestres en dónde estoy parada.
Hay demasiadas palabras rotas en el aire.
                   Hay mucha soledad.


sábado, 16 de febrero de 2013

Amores de una noche y otras hierbas...

Encontré su mirada perdida entre la música. No lo esperaba. Me clavó sus ojos grandes sin disimulo alguno y rió.
Me sentí flotando en algún lado y recordé mi promesa. Evité el contacto visual el resto de la noche, mientras presa de las obligaciones veía como todos bailaban y yo encerrada en aquella torre.
Mientras las horas pasaban para mí tan lentas, para ella tan mágicas, se movía como dueña y señora de aquella sucia pista de baile y yo hacía lo posible por no perderme en sus pasos firmes y sus ojos brillantes...
Se acercó a mi empapada en alegría y juventud con un cigarro apagado en la mano derecha y un par de incoherencias atoradas en los labios. Me tomó por la barbilla, tal vez pensando que así la oiría mejor, pero no podía concentrarme con semejante belleza manejando mi destino.
Sólo sé que rió con fuerza y dijo cosas sin sentido. Sé que me regaló un suspiro con sabor a tabaco y frutilla, me pidió fuego, aún sabiendo que no tenía y partió a seguir robando corazones.
Sólo un nombre me quedó. Sólo un nombre y un par de plumas que se le cayeron al desplegar las alas. Los amores de noches de boliches suelen durar lo suficiente como para generar un buen recuerdo. Suelen despertarme en el cuerpo y el alma, las ganas de que acabe la semana, de que llegue la noche.
                                              --

Quítame la respiración otra vez
            róbame otro beso maldito
otro suspiro estúpido...

No te alejes como siempre, al terminar la noche
                   llévame a casa.
Quítame este embrujo de una vez
                   déjame libre, que estaba en paz.

Pero antes de irte,
        mi hermoso demonio,
déjame una prueba de que eres real.
       Necesito saberte cierta
para saber donde dejé mi mirada..

domingo, 10 de febrero de 2013

Live Fast. Die Young.


Corría. Sentía el pecho a punto de estallar. El ruido sordo de los pasos en la oscuridad hacían un poco lúgubre la escena. Volteé. Cuatro figuras me seguían el paso. Me serené al saber que estaban ahí. Frené. La noche me cobijó y el poco aire que corría me erizó la piel del alma.
El primero en llegar me empujó y caí al suelo, comencé a reír y el se desplomó a mi lado. Los demás miraban diciendo cosas inentendibles hasta para ellos mismos.
La música vino de algún extraño mundo, igual las bebidas. La gente nunca llegó, quienes más amo en el mundo estaban ahí.
Me despertaron los flashes y el perfume a juventud que brotaba de nuestro interior. Y la noche se emborrachó con nuestros gritos desenfrenados y las risas que volaban al aire entre columpios y canciones repetitivas.
Con el cuerpo dolorido de tanto vivir nos retiramos enviando al resto del mundo al diablo, sin preocuparnos por nada y confiando en que nada malo pasa cuando eres libre de ti mismo.
El sol salió entre humo y rocío. Abrazados con el pensamiento nos cobijamos del frío matutino y emprendimos el regreso a casa lentamente y con los huesos helados, con el alma en los dedos y una sonrisa curda en los labios.
Dejamos un camino de vaho y sueños recién plantados en el amanecer de nuestra historia. Llegó la hora de calzarse los zapatos, llegó la hora de vivir.
                                             
                                                                -∞-

No me regañen que sólo quiero vivir
                 no me dejen partir sin nuestros sueños.
No quiero malgastar estos momentos
               y arrepentirme de no haberme equivocado.
          Déjenme aprender.

Como si la vida acabara hoy
       y volviera a empezar con el alba
préstenme sus sombras y volemos alto
             sin peso ni condiciones.

Terminemos con esta luna suicida
               y vamos a robarle un par de besos.
Que somos demasiado jóvenes para preocuparnos
       y aún podemos cambiar este mundo.


miércoles, 23 de enero de 2013

Crónicas de una noche cualquiera

Música, humo, calor, olor a alcohol y a cigarrillos (de varios tipos) risas, flashes. Las luces cegándome de golpe, y un par de piernas finas siguiendo el ritmo. Locura.
Sonrisas, más tragos, más roces, más piel, más magia, más todo. Voces que me acarician el cuello intentando llegar hasta mí por sobre la música, por sobre las caderas que me obligaban a desviar la mirada y pedir un replay.
Descanso. Viento. Verdades dichas a los gritos y el sabor a su dulzura en los dedos.
De vuelta entre una marea de gente, buscando un par de ojos en los cuales posar la mirada, ojos desconocidos, ojos nuevos y frescos, grandes. Como dos ventanas al infinito que me permití observar sólo una noche.
La música y mi pelo suelto se llevaban de maravilla, el alcohol y su sonrisa hacían una excelente pareja. El rojo de lo prohibido le cubría las alas y sin preguntar nombre ni condiciones, se tomó el atrevimiento de robarme más que una sonrisa.

Zapatos apurados, ruido a vidrios rotos, botellas y vasos vacíos en el piso húmedo y el ruido horroroso de la noche muriendo en el horizonte.
Frío. Viento, sol. Silencio.
Risas etílicas y abrazos eternamente eternos. Rocío humedeciendo los zapatos y olor a café. ültima mirada al hermoso y desconocido demonio que me robó la noche.
Taconeos dejando una estela de humo de cigarro entre los adoquines. Sueño y delirio hasta la inconsciencia.

Despertar. Borrosos recuerdos de una noche que puede o no haber sido cierta y unos ojos de dragón clavados en la retina. Agujeros, horas que parecen haber desaparecido y recuerdos como flashes que aparecen a lo largo del día. Fatiga de cuerpo y alma tras una noche más de locura adolescente, de borrachera estúpida, de juventud efervescente.
Mensajes sorpresa con muchas palabras, con poco sentido, y una estrella más que nos hará reír con su simple recuerdo.
                   - ∞ ▌▌∞ -

Esta noche somos jóvenes
               volemos lejos y olvidemos.
Volvamos a casa con el sol
               y juguemos entre los tacones de la noche.
Volvámonos locos nuevamente
                    y que la música y la edad
                      nos revolucionen la sangre.

lunes, 14 de enero de 2013

Aprendiendo a caer

Esa manía idiota de romperme la cabeza sigue firme en la lista de mis pasatiempos favoritos, y nada puedo yo hacer.
Podría intentar cambiar, pero no me apetece. Podría realizar estas actividades casi suicidas no tan seguido como lo hago. Pero necesito sentir esa adrenalina de correr hacia el vacío, necesito sentir la sangre corriendo por mis venas en ese momento en que veo "El Gran Muro" y necesito ese dolor extraño para saber que continúo con vida.
Seré masoquista para muchos, estúpida para otros, pero como es mi costumbre... sigue sin importarme.
Debo decir que necesité morir para valorar la pureza del aire frío que respiro en esta noche estrellada, para volver a sentir con más fuerza la hierba moviéndose bajo mis pies, para llenarme de noche fresca y de rocío.
Necesité irme para regresar, y necesito la humedad del llanto para que mi alma florezca...
Me cansé de los amores literatos e inventados, sin sentido ni sentimientos iguales... Me cansé y me retiro del negocio por un tiempo, aún conservo algo de inocencia al creer que puedo decidir eso, lo sé.
El muro se vino abajo tras unas palabras sanadoras y mi cabeza hecha pedazos volvió a su estado normal sin ningún rasguño.
Se me escapó un suspiro, o tal vez el último gramo de poesía para personas que no la disfrutaban. Sonreí, me arremangué las alas y me limpié la sangre de las rodillas. El olor a noche me despertó el corazón; era hora. Tan sólo me paré firme, me sacudí los escombros y me preparé. Había perdido la batalla, pero aún estaba a tiempo de ganar la guerra.

Y así agradecí tanta oscuridad
           y descubrí una luz propia.
            Dejé de temerle a las sombras del pasado,
         intenté adivinar el futuro
   y sonreí.
Era tiempo de seguir viviendo.


      ...golpearse la cabeza, es crucial...

viernes, 4 de enero de 2013

Todo se transforma

Limpieza total de alma y energía. Días en familia, noches entre amigos, madrugadas en soledad. Pensar, escribir, leer, eliminar. Una y otra vez el mismo paso cíclico que me llevaba a la nada misma.
Recomenzar, despertarse y sacudirse la resaca de una buena vez. Ni vestigios de la noche pasada, y sin embargo ahí estaba, como un fantasma, un recuerdo borroso de lo que pudo haber sido.


Caminé sin ganas, casi sin sentir el piso frío bajo mis pies descalzos, abrí la ventana, necesitaba respirar, para sentirme más liviana, tal vez para comprobar que aún vivía.

No fue fácil salir de aquel lugar en el que estaba y lo reconozco, aún hay un par de palabras que se me traban en los dedos, aún me duele respirar el aire frío, tengo un par de rasguños en el alma... Ya ven, no es fácil arrancarse un recuerdo.
Destruí un par de retratos y me limpié las manchas azules de los dedos. Junté mi dignidad y me fui silbando bajito, intentando dejar que la hierba me abrazara, intentando hacer oídos sordos a los pasos que me rodeaban, queriendo surcar los cielos nuevamente para robarle un par de palabras al viento.
Harta de caminar en línea recta, harta de ver paisajes que no hacían más que confundirme aún más -si es que era eso posible- me despedí de mi periplo y regresé a casa, lo comprendí. comprendí que por muy lejos que fuera, que por más que intentara arrancarme aquellos momentos de la mente, del alma, de la esencia, era tarde, no se podía. Iban a acompañarme siempre, sólo tenía que aprender a asimilarlos, sólo debía hacer mi duelo y respirar profundo, para seguir adelante, para brotar una vez más, para crecer con el calor de las noches de verano.
Y aquí estoy.
                                                    -.-

El olor a cerveza derramada me arrancó una sonrisa
                      y el viento se la llevó en su mirada.
         Hay allí alguien que la precisa más que yo.
Que se adueñe de ella y continúe sonriendo.

  -.-
Pido disculpas por la total falta de sentido. tengo muchas cosas en la cabeza como para explicarlas. La falta de práctica me está afectando, mejorará con el tiempo, lo prometo.