viernes, 30 de noviembre de 2012

Viernes Santo, tormenta bíblica.

Te acercaste. Me miraste sonriente y me felicitaste por los resultados obtenidos. No me importaban. Tu mano aún estaba en mi cintura. Y aunque pretendí guardar la calma al decirte que no lloraras por mi ausencia, que nos veríamos pronto, que seguiría lista para molestarte, el roce ingenuo de tus labios contra mi mejilla me hizo sonrojar.
"-Voy a hacer un esfuerzo..." respondiste riendo, mientras otras personas se acercaron a platicar con vos -que seguías sin soltarme- conmigo, que seguía sonrojada, que seguía perdida, con el alma estrujada de los nervios, de la alegría por tantas cosas buenas juntas... intentando obviar las mariposas que parecían haber escapado de tus remeras para llenar mi estómago con ese sire tormentoso que se genera en mi interior en tu presencia.
La lluvia nos desconcertó, aunque la esperábamos con ansias. Fue una pena que haya durado tan poco...
Me marché de las manos de otras personas, aunque no quería irme. Aún faltaba tiempo para que la campana diera esta pelea por terminada... No era necesario irme tan rápidamente, como escapando de algo, de alguien. Pero la fuerza de mi acompañante era mayor, y tan sólo te dediqué una mirada cómplice, te saqué la lengua y reíste, devolviendome el gesto, haciéndome reír una vez más... como tantas veces en esta semana; continuando con esa cadena de sonrisas que comencé tan sólo semanas atrás...
Deberé acostumbrarme a tu ausencia, deberé comenzar a hacer uso de mi memoria, para recordarte clara y serena, etérea, feliz...
Tan sólo me felicitaste. Tan sólo preguntaste si estaba feliz. Tan sólo conteste que sí, ocultando la verdadera razón de mi sonrisa, que no era más que tu presencia, que el roce de tus manos heladas en mi cintura. Tan sólo escondí mis intenciones tras las risas, e intenté guardar todo el viento posible, ese que generás al pestañear, que está repleto de tu perfume y me eleva entre las nubes grises de este Viernes Santo.
Tan sólo respiré, y me llené de vos.

                                                    -♥-

           La frialdad de tus manos
                        me llena de sol el alma.
El sonido de tu risa profunda
                    genera convulsiones en mi corazón.

                                                          Quédate otro segundo princesa...
                                        sonríe, camina con cuidado, elévate.
                        La tormenta hace que tu belleza sea cada vez más eterna,
                                                           que tus ojos brillen sin tiempo ni dueño...
                                  que desfallezca al sentir tu respiración cortando el aire.
                                             
                                 
         

lunes, 26 de noviembre de 2012

Lloré

Esa sensación tan gratificante de saber que alguien cuenta con vos, esa idea de saber que la gente confía en vos, se ve opacada por un jodido destiempo.
Por minutos no llegué y me sentí terrible, porque yo tenía que estar ahí, porque dije que iba a estar siempre, y no cumplí. Porque el tiempo juega en mi contra, porque soy una estúpida.
Y tal vez sea el hecho de que una vez alguien haya puesto su confianza en mí -cosa que no es nueva, pero sigue siendo genial- tal vez sea el hecho de que suelo sentirme conectada de verdad con muy poca gente, tal vez sea el hecho de que últimamente el amor me pone más sensible, pero lloré.
Lloré como hacía tiempo no lloraba. Lloré de decepción, de vergüenza y de estupidez... Tal vez por algo de cansancio y un poco de borrachera, pero más que nada por vergüenza. ¿De qué? De no haber cumplido. De saber que era necesaria una respuesta, aún así hubiera sido una carita triste.... Tenía que estar... Tenía que responder, pero este puto destiempo que rige mi vida me arruinó la noche como hacía rato no lo lograba.
Y simplemente me arranqué las penas con canciones hermosamente tristes, con la soledad que me rodeaba, y seguí llorando. Llorando por un montón de cosas que me había callado, por otras que me había animado a decir, por nimiedades y por cosas serias. Lloré porque me dí cuenta de que el tiempo se me escapa, descubrí que Abril está cada vez más cerca, y aunque diga que no, el golpe va a ser duro. Lloré porque las vacaciones van a separarme de la miel que nutre mis poesías y porque soy una pendeja. Y lloro por pendejadas. Y no es necesario que nadie intente entender, simplemente me pasa que con las lágrimas se me escapan las palabras, inútiles ya, necesarias hace unos minutos, pero ya lo he dicho: Mi relación con el tiempo -al igual que gran parte de mis relaciones- es turbulenta y completamente enfermiza.
Lloré.

Y tal vez el llanto lave mis culpas
                                 limpie mi alma
Y me ayude a respirar más tranquila...

viernes, 23 de noviembre de 2012

Delirium tremens

Sigo contando los días que me quedan a tu lado, sigo intentando robarte la mayor cantidad de sonrisas posibles, para poder sobrevivir los tres meses que siguen sin morir muerta de amor.
Los resultados a mis chistes son favorables y siento que cumplo con mi misión si logro sacarte una carcajada, clara, desde el alma, como todo lo que te rodea.

Aún recuerdo observarte con aprensión durante demasiado tiempo, intentando que notaras que no podías ocupar un espacio en aquel mundillo en donde me sentía libre. Ahora comprendo que no era más que negación a lo que sucedía; ahora comprendo que no era mi estómago estrujándose cuando pasabas a mi lado, ahora sé que era mi corazón dando vuelcos.

Y como si fuera cierto... como si me vieras en vez de mirarme sonrío a un dibujo sin rostro ni nombre, un dibujo que miraste con atención para dar tu opinión, tal vez descubriendo entre tantos perfiles el tuyo, tal vez haciendo de cuenta que era sólo una ilusión, porque así es mejor, y así es más fácil para ambas...

Y la nostalgia se apoderó de mí antes de tiempo, y debo decirte que probablemente muera esta noche en otro sueño que me robes, y probablemente renazca mañana por la mañana con tu perfil sin tiempo saludándome por la ventana.
Pero prometo reponerme, regresar a aquel lugar que nunca fue mío, a aquel lugar que es tuyo por derecho propio y que responde a cada pequeño movimiento de tu cuerpo, un pestañeo, el simple movimiento de tu cuerpo al respirar, o tu mano acomodando tu cabello para evitar que te cubra las estrellas que llevás por mirada...
Prometo sobrevivir al verano más frío de la historia, y volver con fuerzas para seguir gastando tu sombra a miradas, para seguir dibujándote en silencio, para seguir con este delirio que me hace convertirte en historias de amores no correspondidos, pero perfectamente perfectos.

Quiero dejar de pensarte en silencio
         para contarte las verdades
            que mis dedos gritan desde hace rato.
                                        ♥
Quiero dormir con tu risa
    resonando en mis oídos nuevamente,
         contándome que la perfección existe
                         y tiene nombre de estrella...

martes, 20 de noviembre de 2012

Sin comienzo ni final

No quise ponerme a pensar cuánto tiempo faltaba para que mi alma íntegra se desmoronara;  pero lo hice, para luego descubrir que no era necesario que eso pasara.
 Descubrí que nada va a cambiar, ni vas a ser más suya, ni menos mía; porque sos libre, sólo por eso. Porque tu inquieta presencia no se deja encarcelar por un anillo, porque tu belleza consiste en eso; en el aroma a libertad que te brota por los poros, y eso no va a cambiar.
Porque nada ni nadie puede impedirme espiarte por la ventana, o intentar hacerte reír, o desmayarme cada vez que tu mano de mariposa me roce inocentemente.
Y en el momento preciso en que tenga que retirarme del reino en donde volás tranquila, sabré cómo recordarte, porque al fin y al cabo puedo dibujarte de memoria, y recuerdo tus movimientos como si fueran propios, y el color de tu mirada es imposible de olvidar; así, simple...
Porque el amor, correspondido o no es como la miel -la misma con la el universo hizo tus ojos- y aunque pasen los años, sigue teniendo el mismo dulce sabor, y jamás se hecha a perder; porque es algo demasiado puro, demasiado bello...

                                                                      -♥-
Y tus ojos de miel brillan mientras sonríes
     y mi alma se desarma alborotada una vez más.
Y tu viento de libertad
                sigue despeinando mis pestañas.

domingo, 18 de noviembre de 2012

...♥...

Mi cabeza aún sigue dando vueltas entre jirones de viento que me envuelven, llenándome el alma de tu perfume.
Terminaste por enamorarme, debo reconocerlo. Me lastimás sin quererlo, siendo tan inocente...
Intento robarte otra sonrisa nocturna, intento conseguir otro gesto tonto, otro roce ingenuo que me deje sonriendo el resto de la noche.
Estoy desgastando el cielo mientras intento encontrar una estrella que se atreva a brillar más que tus ojos, aunque sé de antemano que eso es imposible.
No puedo ya, controlar el golpeteo errante de mi corazón cuando te acercás, como lo hacés siempre, para decirme algo que probablemente no escuche, para lograr que me pierda en tu mirada de muñeca antigua y no quiera salir.


      Estoy perdida entre tus alas,
                          entre tus labios.
                         Perdida completamente
                y sin deseos de salir.

                                               -♥-

viernes, 16 de noviembre de 2012

Crónicas de una muerte sin anunciar.

Morí. Por un instante sentí que no podría seguir respirando, o que tal vez había muerto de golpe y sin darme cuenta.
Tu abrazo me tomó por total sorpresa. Tus manos frías terminaron por llenarme el alma de esa escarcha que tanto amo, terminaron por tirar abajo mis defensas y se adueñaron del tiempo.
No recuerdo ni qué fue lo que había dicho, ni qué respondiste, ni por qué razón reías tanto.
Sólo sé que, como de costumbre, tu inocencia te dijo que estaba bien abrazarme sin un previo aviso, aunque mucha gente sabe que podrías haberme matado de amor.
Intenté no perderme en tu perfume, intenté no sentir el roce de tu pelo suelto en mi cuello; quise hacer de cuenta que no era tu brazo el que me arrugaba el uniforme, en ese gesto de complicidad que intentaste tener al buscar apoyo a tus grandes ideas en mi. ¡Pobre de vos! Tu inocencia me asombra, pero no tenés la culpa, Princesa; no hay forma de que supongas que cualquier cosa que propongas va a ser perfecta para mí.
Continuabas riendo y yo también lo hice, mientras sentía como tu cuerpo temblaba producto de la risa misma, mientras mi alma se desmoronaba, se desarmaba en temblores...
Hubiera querido detener el tiempo en aquel momento. Tu mano en mi hombro y mi mano en tu cintura, tu risa en mi alma y mi alma fuera de mi; a kilómetros por sobre ambas; pero el tiempo no es de mis mejores aliados, y no sabe de ilusiones; y como de costumbre, no quiso detenerse.
A varios metros tu nombre resonó claro y eterno, como vos misma, y partiste flotando, no sin antes llevarte mi última pizca de cordura al rozarme la cintura como es tu (mala) costumbre últimamente.
Y así quedé yo. Con la tinta de mis venas corriendo desesperada y mis ojos perdidos en tu figura lejana. Me quedé observando el aire sin decir nada, intentando comprender que debía continuar con mi rutina, que sólo habías tenido un gesto de confianza como tenés con cualquier otra persona, intentando convencerme de que debía continuar mi camino, tratando de prestar atención a lo que todos decían en el lugar, sin parecer perdida entre tus largas piernas, sin escapar una vez más de la aburrida realidad que me rodea, sin demostrar que estoy perdida en tu perfil sin tiempo ni edad, y que no sólo observo el paisaje de aquel pintoresco pasillo abarrotado de jóvenes apurados que no saben de amores indebidos y tan inexplicablemente hermosos.


 Déjame dibujarte una vez más
                                   que tu sonrisa infantil me mantiene de pie.
                                                           y tu recuerdo le pone color a mis sueños más grises.
                                                          -♥-

martes, 13 de noviembre de 2012

Descifrarte, disfrutarte.

Fui sensata. Te dije que me gustaba hacerte reír. Pensé en cortar la frase en el simple "Me gusta". Pero mis neuronas se opusieron a ello, y respeté su decisión. Al fin y al cabo, a veces es mejor amar un poco con la cabeza.
No recuerdo qué dijiste luego. No te oí. Sólo sé que me miraste a los ojos y que tu mano helada me quemaba el brazo.
Y la música que llevas en el alma me trasladó a tu infancia; tiempo en el que aún yo no había llegado a este mundo, y me sentí idiota. Me sentí estúpida, como cada vez que me enamoro de la persona más inadecuada, como cada vez que dejo caer con torpeza todo lo que tengo en los brazos cuando pasas a mi lado llenando el lugar con tu perfume de juventud desbordada, de niñez eterna.
Hablamos sobre la vida misma, sobre tus amigos, sobre mi familia, sobre todas esas cosas de las que no deberíamos hablar para mantener una relación estrictamente "profesional". Me preguntaste sobre mis dibujos, y contesté estupideces que nada tenían que ver con lo que buscabas saber. Lo siento por eso... Tus ojos canela me hipnotizan, y tus largas pestañas me enredan en su baile, haciendo que mi alma se me escape por los dedos cubiertos de lápiz y no pueda concentrarme.
Todavía no logré descifrar tu sonrisa casi triste... ese intento de sonrisa, que supera a todos los que he visto en belleza y efecto producido en mí. Todavía no pude deshacer ese manto de misterio que te envuelve y hace que me pierda en tu andar más a menudo cada vez. No sé qué es lo que hace que parezcas una niña perdida, no comprendo por qué tus manos están tan heladas o por qué tu risa hace eco en mí.
Aún intento comprender qué causa el perfume de las hojas blancas en tu persona, qué es lo que hace que te acerques en cuanto comienzo a dibujarte en silencio. Mientras tanto seguiré intentando hacerte reír,  seguiré guardándome tus silencios, tus miradas perdidas como tesoros que en mis momentos de soledad me sirven como escudo, me ayudan a retratarte más hermosa que ayer, y menos que mañana.



Mi corazón ya no responde a tu presencia volátil.
                                    Mi mirada vaga perdida entre tus pasos.
                                                    Mi alma ya está inundada de tu aroma a libertad.
                                               
                                                    -♥-          

                                                |_| ◘ |_. ◘ ◙             

sábado, 10 de noviembre de 2012

Perdida (crónica de una mañana de lluvia)

Me desconcentré por un minuto y desperté perdida en sus ojos grandes de niña temerosa.
Quise volver a mi tarea pero ya no pude. Era demasiado tarde; había sonreído y en mi corazón los segundos habían huído junto con mi cordura.
Ya no podía pensar en otra cosa, ya todo me parecía fantástico. Todo se había convertido en amor mismo.
Me asombraba, me fascinaba el simple hecho de saber que respirábamos el mismo cálido aire, que ambas sentíamos el mismo aroma a lluvia y que a ambas nos traía los mismos recuerdos...
Fui feliz al descubrir que los relámpagos producían en su alma la misma euforia que en la mía y tuve que resucitar, luego de sentir su cuerpo helado por el viento junto al mío, mientras ella asombrada sostenía que los ojos de mis dibujos tenían la luz de la vida, sin pensar jamás que la vida son sus ojos.
"Es que amo... los ojos" respondí inquieta; intentando parecer despreocupada.
Ella sólo sonrió otra vez, entrecerrando los ojos y acomodándose el flequillo; y deslizando su mano por mi cintura se alejó a divisar la tormenta por la ventana; aprovechando ese único y pequeño momento en la mañana en que nadie la solicita, llenándose la mirada de rocío, nutriéndose del viento para seguir despeinando mi alma.
Sólo la miré. Y continué mirándola; continué memorizando cada uno de sus movimientos, intentando guardar en mi memoria su voz tranquila, su presencia volátil... intentando robarle más sonrisas, que me permitan vivir estos días con su ausencia como si no fueran una tortura o una broma cruel del destino.
Regresé antes de partir para observarla una vez más por la ventana, para sentir su perfume al recoger algo que adrede había olvidado, pero ella ya no estaba. Ya su fugaz figura flotaba en el oscuro pasillo iluminando aquel oscuro y lejano recinto.
Sonreí una vez más, como incontables veces lo había hecho esa mañana; sonreí al saberme dueña irrefutable de al menos una charla amena, de un par de sonrisas tranquilas, y escribí una vez más su nombre de estrella en mi muñeca, descubriendo que ya no había vuelta atrás. Estaba Perdida. Estoy Perdida.


Si te acercas y me inundas con tus dulces ojos,
                          mi corazón bombea tinta cada vez más rápido,
 llenándome las manos de palabras
                        y el corazón de mariposas. ♥

sábado, 3 de noviembre de 2012

Estrella de lejanos testamentos, mariposa silvestre...

La Princesa me miró desde su trono, tan por encima mío como podía. Sonrió, como cada vez que me descubre mirándola a los ojos. Sonrió y otro viento huracanado envolvió mi alma de adolescente confundida.

Quise odiarla, intenté cerrar los ojos y el corazón a sus labios de fresa Silvestre, que todo parecen opacar. Intenté, pero fue inútil. Su perfume de brisa ya estaba instalado en mi memoria, y su caminar tranquilo, sus pisadas de viento nuevo me resultaban hipnóticos.

Decidí, por fin, permitirme amarla en silencio y desde lejos. Decidí espiarla por su cárcel de cristal y me prometí intentar hacerla sonreír al menos una vez al día. Esa cuota de luz de estrella me mantendría con vida veinticuatro horas más.
La descubrí intentando descifrar mis notas varias veces, y le  prometí su aparición momentánea en mis historias. ¡Que inocente!  Cómo iba ella a suponer que protagoniza mis más dulces sueños y también los más indecorosos. ¿Cómo lo sabría? Si al fin y al cabo aún puedo mantener la compostura a su lado, si aún me esfuerzo en parecer calma cada vez que su mano de mariposa se posa sobre mi hombro, en un gesto cómplice y tan común para ella.
¿Que si intenté dibujarla? Claro que sí. Pero no le hice justicia. Los ojos que me miran desde el papel nunca tendrán el brillo, el color de la miel más dulce como los suyos. El irrespetuoso mechón de cabello esbozado a lápiz nunca logrará parecerse al real, y aunque casi idénticas, sus manos apenas tibias nunca podré imitarlas. Jamás acomodará su cabello con suavidad en mi torpe dibujo; y aunque me esfuerce, jamás lograré preparar el color exacto de sus jóvenes mejillas plagadas de pecas, que no hacen más que transformarla en otra niña; que no logran otra cosa que hacerme reír con fuerza  aunque no lo desee y que me atrapan mirándolas cada vez más a menudo, haciendo que desvíe rápida la mirada.
¿Qué importa que no sea mía? Si de todas formas puedo adueñarme de su sonrisa cada mañana. "¿Qué importa que no me mire? Si me llena los ojos" ¿Y qué importa que por las noches él la encierre entre sus brazos? Si con un poco de tinta azul ella vuela a mi lado.
Si la conocí encerrada ¿quién soy yo para reclamar su libertad ahora? Si aprendí a adorarla de todas formas y colores, sin importarme siquiera que ella se diera por enterada.



                                                      Sin importar mi destino
                                                                       sigo vagando por la cornisa de sus ojos.
                                                  Estoy perdida. ♥