miércoles, 29 de enero de 2014

Hora de irse



Ultimos días en La Nada. Me lleno los pulmones. Se ríen a mi alrededor. Risa con olor a tequila, a juventud.
Los miro. Sonrío. ¿Cómo es posible que haya llegado a amar tanto a esta gente?
Están descalzos, tirados en la vereda, riendo, gritando.
Siento el abrazo de los seis que me aprietan las costillas, los omóplatos, el alma. Los siento acariciarme la vida de a poco.
El más pequeño de mis montruos me dice que me ama, que va a extrañarme, que agradece poder ser amigos. Se hace un ovillo y cierra los ojos, empieza a soñar en su cama de cemento, que ya es suya luego de años acostados mirando las estrellas.
Hace frío. Cierro los ojos, ya nadie queda en el lugar, sólo nosotros siete y unos perros callejeros.
Hablamos de sueños, de cosas que tenemos que dejar atrás. De todo el peso que dejamos acá y lo que nos espera.
"Nueva vida" digo. Nada malo pienso llevarme, y aunque mera de miedo, voy liviana, sin prejuicios ni estereotipos, voy.
Vamos. Ahora los tres de la mano, a esperar a los otros cuatro un par de años.
Seguimos con la promesa eterna, y quizás un poco idiota de seguir juntos mientras podamos, de no dejarnos llevar por el viento ni las luces de neón.
                                                             -.-
El viento me despeina, se me eriza la piel. Un último trago de whisky me abraza la garganta. Reconozco que mañana mi cabeza va a ser un desastre. Las personas que parten a trabajar nos miran extrañados y sonríen. "Los mismos de siempre" dicen.
Quiero volver. Quiero volver atrás siempre y quedarme así, vivir así otro tiempo, no mucho, lo suficiente. Quiero soñarnos sin necesidad de dormir. Quiero comer dulces, y escribir sueños, quiero que mis amigos sigan contándome cuentos en donde nosotros somos los héroes y peleamos contra villanos y salvamos el mundo, nuestro mundo. Quiero quedarme en ese lugar, en nuestra cama de cemento en donde soñamos sueños macizos y casi reales, con buenos cimientos. Quiero que no me suelten la mano. Que me acompañen. Que me empujen y se rían de mi seriedad, de mi dramatismo, que me ayuden a tomarme la vida menos en serio, a sobrevivirla.


                                                    _- ✝ -_

En una jungla de cemento se pierden mis ojos,
  están llenos de verde, de pasto recién cortado,
                  de aroma a libertad.

Trato de no perderme, de no cegarme,
      de recordar mi tierra, mis aires, su aroma.
Me dan la mano unos monstruos, me dan coraje.
     Me dieron sueños y fuerza,
ahora me dan tiempo y espacio,
                        me dan una chance.

Me dieron libertad para ser,
                  me dan oportunidad de hacer historia.

                                                 

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