lunes, 15 de octubre de 2012

El regreso de Mi Princesa

                                                         Me dijeron que no lo hiciera, que no era así, que me equivocaba.
Me cantaron canciones   de cuna tristes y      
                                   me enseñaron a bordar corazones en telas viejas.
                                                                -♥-

Empezó como un juego, como un chiste, como una broma. Nos reímos,  fue gracioso, pero dentro de mi alma se había plantado una duda, y no tardaría en crecer y dar frutos.
Mi histeria creció y un día me encontré con una sensación extraña en el estómago, y tan sólo había pasado junto a mi.
Es tan terrible ese nudo en la garganta y ese calor que asciende desde el pecho y me enciende las mejillas. Es tan terrorífico como hermoso, y me da terror. Me da miedo perder el control de mí misma ante su presencia de brisa otoñal.
No camina, tan sólo se desliza a diez centímetros del suelo haciendo que las flores se abran a su paso sin poder resistir su brillo de nuevo sol. Y yo no resito.
No lo busqué, no lo quise así, pero cada vez que me encuentro sin pensar nada, su nombre de estrella fugaz aparece en mi memoria, y su risa cantarina flota en el aire, y sus ojos miel me observan desde arriba, como siempre lo hacen y me desarman.
Tal vez la marca roja de lo prohibido incentiva mi locura cotidiana y me eleva hacia el infinito encerrada en esta nube de confusión amorosa, de confesiones en voz baja.
Mi Princesa de Aire me ha enredado entre sus alas y me tiene prisionera. Se ha adueñado de mis mejores sueños, y habita en mi cabeza sin pagar alquiler.
Esta situación está a punto de superarme y, lo siento Princesa, si pierdo el decoro. Tu belleza de luna de octubre, tu semblante misterioso es más fuerte que cualquier recuerdo de la educación que alguna vez me brindaron.




                                                                                                               Intentando remontar este barrilete.